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La Reforma Judicial: Una Amenaza al equilibrio de Poderes y a la Democracia

Maria del Mar De Avila Ibargüengoytia

La propuesta de Reforma Judicial que actualmente se discute en nuestro país y que muchos epígonos del autoritarismo promueven como si esta fuera el mismísimo remedio universal sobre las cuestiones inherentes en torno a la impartición de justicia, son burdas y evidentes, como lo fue el reciente caso del Foro realizado por el senador Ricardo Monreal, que dicho sea de paso, “blindó” de tal manera que las voces críticas y objetivas sobre el remedo de Reforma judicial, se mantuvieran extraordinariamente alejadas y evitar papelitos como el que hizo la recientemente la Ministra de la Suprema Corte de Justicia, Lenia Batres, quien prácticamente salió corriendo del Teatro Calderón.
Es más que evidente que la ocurrencia de AMLO, a través de su Reforma judicial, representa una amenaza significativa al equilibrio de poderes que sustenta nuestra democracia. Esta iniciativa, que sugiere que los jueces y magistrados sean electos por la ciudadanía, lo cual a todas luces logrará, en esencia, romper con los principios de independencia y autonomía del Poder Judicial.
Ahora bien, el contexto político en el que se enmarca esta reforma, es crucial para entender sus implicaciones. El partido oficialista, el cual ha consolidado una robusta base electoral a través de la aplicación de los programas sociales, tendría la capacidad de influir decisivamente en la elección de jueces y magistrados. Este control electoral, inevitablemente, resultaría en la imposición de funcionarios judiciales que respondan más a los intereses del gobierno federal que a los principios de justicia e imparcialidad.
En política, la forma es fondo, y esta reforma no es la excepción. La erosión de la autonomía del Poder Judicial abriría las puertas a un escenario donde todas las iniciativas y decretos del Ejecutivo pasarán sin el debido escrutinio, facilitado por un Poder Judicial servil y amaestrado. La independencia judicial es una piedra angular de la democracia, y su debilitamiento tendría consecuencias devastadoras para el sistema de pesos y contrapesos que previene abusos de poder.
Aunque la reforma se presenta con objetivos aparentemente nobles, como la reducción de salarios de jueces y magistrados, la erradicación de la corrupción y la agilización del sistema judicial, la realidad subyacente es mucho más preocupante. La propuesta ataca directamente la ya frágil democracia de nuestro país. En lugar de fortalecer la justicia y la transparencia, esta reforma amenaza con consolidar el poder en manos de unos pocos, socavando la confianza pública en el sistema judicial y en la democracia misma.
Es esencial que los ciudadanos y los actores políticos reconozcamos los peligros inherentes a esta propuesta. La independencia judicial no es un lujo, sino una necesidad fundamental para el funcionamiento de una sociedad democrática y justa. Debemos defender con firmeza la autonomía del Poder Judicial y rechazar cualquier intento de convertirlo en un instrumento del poder político.