Psicóloga Maira Gallegos
HÁBITOS, PEQUEÑA IDENTIDAD.
No tienes que estar consciente de la señal para que el hábito comience.
Tus hábitos son soluciones modernas a hábitos ancestrales.
James Clear.
En el modelo conductista de la psicología, Skinner ha mostrado cómo un estímulo externo puede reforzar una conducta de un ser para lograr que haga lo que se desea
que haga. Pequeños reforzamientos, de manera prolongada, es decir, repetidas veces a lo largo del tiempo (esto puede llevar meses o años) pueden lograr influir en nuestra conducta y volverlo un hábito. Viéndolo así, puede funcionar tal vez en los animales, pero en los humanos se olvidó que existen motivaciones intrínsecas en la conducta. Los estados internos, las emociones, el humor, pensamientos, creencias, valores, etc. también son importantes.
La conducta humana siempre está modificándose, en cada una de las etapas del desarrollo. Un hábito es una rutina o conducta que se practica de manera regular, es decir, una respuesta automática a una situación específica. Con el tiempo se vuelven costumbres. Surgen cuando el cerebro requiere un ahorro de energía, entonces se relaja y descansa, lo que nos permite una despreocupación de los comportamientos básicos; por ejemplo, conducir, lavarse los dientes, bañarse, abrocharse las agujetas, etc. Todo lo que hacemos durante el día a día mayormente son conductas rutinarias. Se considera que un 40% de las conductas del cada uno de nuestros días ya son hábitos. Los humanos lo hacen en automático.
Para cambiar un hábito hay que tomar en cuenta que tratamos de cambiar algo que no es lo que debemos cambiar y tratamos de cambiar nuestro hábito de manera equivocada, ya que lo hacemos desde la recompensa, la cual es externa.
Existen tres niveles en los que un cambio de hábito puede ocurrir: en los resultados, en los procesos y en la identidad. Imagina que son como las capas de una cebolla, donde los resultados en la capa del exterior. Aquí se encuentran la mayoría de las metas a las que se quiere llegar a partir del cambio de un hábito. Por ejemplo, ganar un campeonato, perder peso o publicar un libro. En la segunda capa se encuentra cambiar los procesos. Aquí se tiene que cambiar los hábitos y los sistemas; el proceso por el cual se pretende llegar a los resultados, como una nueva rutina, los tiempos u horas que se le dedican a escribir el libro que se quiere publicar. La capa más profunda se relaciona con cambiar la identidad. La identidad son los juicios, los valores, los paradigmas, las creencias, la visión del mundo y del sí mismo. Así que, los resultados (primera capa) se trata de lo que obtendrás, los procesos (segunda capa) se trata de lo que haces y la identidad (tercera capa) se trata de las creencias. Por lo que lo más importante es desde donde se sigue la dirección para generar el cambio de hábito, cambios basados en la identidad hacia los resultados.
Lo anterior es importante porque cada conducta que crea un hábito moldea la personalidad. Para los adultos la personalidad está definida. Es más fácil cambiar un hábito por la motivación intrínseca de cada individuo que por imposición de algo o alguien externo; por ejemplo, cambiar los hábitos de alimentación porque el médico dijo que hay riesgo de alguna enfermedad. La motivación se da cuando el hábito se convierte en parte integral de la identidad. Es diferente decir “soy una persona que quiere esto” a decir “soy una persona que es esto”. Para que un verdadero cambio de conducta y por lo tanto de hábito perdure tiene que suceder un cambio de identidad. Entonces, el sujeto actuará acorde a la persona que cree ser. Cada creencia, incluyendo lo que se cree de sí mismo, se aprende y se condiciona a partir de las experiencias. Los padres y los adultos condicionan a los niños desde que son pequeños en las conductas que estos aprenden en función de ser aceptados o no, conductas aceptables y conductas reprobables. Aquí se van definiendo muchos de nuestros hábitos y la identidad. Así que cuando se llega a ser adulto ya se tiene un sistema de creencias bien formado y arraigado sobre lo que se es, la mayoría de las veces, falso. Ser adulto, y ser responsable, implica desaprender esas creencias, en primer lugar, de sí mismo y luego del mundo en el que se está inmerso, y aprender lo que funciona para el logro de metas y objetivos que se buscan. Al final de todo lo que se busca es la autorrealización, como bien decía Abraham Maslow.
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