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YUNES ISCARIOTE

Por: Arturo Nahle García

Las y los jueces de cualquier república democrática, deben ser personas intachables, con probada autoridad moral para que puedan juzgar a los demás.

Deben ser personas con un conocimiento profundo de la ciencia jurídica para que puedan interpretar y aplicar correctamente la constitución, las leyes, los tratados internacionales y la jurisprudencia.

Deben ser personas con experiencia porque no se debe poner en manos de aprendices la vida, la libertad, la familia, los derechos o el patrimonio de la gente.

Pero también es muy importante que sean imparciales e independientes, para que nadie, absolutamente nadie -así sea el presidente- les pueda ordenar que los juicios los resuelvan en tal o cual sentido, en eso consiste la independencia judicial.

Pues la reforma al Poder Judicial que anoche de forma sumamente desaseada aprobó el Senado, pone en grave riesgo la imparcialidad y la independencia de las y los jueces, porque al ser electos por voto popular van a adquirir compromisos con sus electores, con el partido o el padrino político que los postule, o con las empresas o grupos que financien sus campañas.

Estos riesgos eran más que suficientes para estar contra de la reforma judicial, pero los incondicionales, por no decir irracionales correligionarios de López Obrador no podían decirle que no, estaba su chamba y futuro político de por medio.

La esperanza de que esa reforma no prosperara estaba en que Morena y sus aliados no tenían los votos que se requieren para una reforma constitucional, les faltaban tres.

Dos los consiguieron automáticamente de los senadores electos del PRD que se quedaron sin partido y su destino natural era la izquierda.

Todo mundo pensaba que el otro voto lo conseguirían con relativa facilidad en el PRI, por las fracturas y conflictos internos que ha generado su dirigente Alito Moreno.

No fue así, el PRI cerró filas haciendo gala de su tradicional disciplina e institucionalidad.

El voto que les faltaba sorpresivamente lo consiguieron -o lo compraron- en el PAN, y el Judas Iscariote obviamente fue el inefable Miguel Ángel Yunes Linares, sí, el mismo que se formó en el PRI y traicionó al PRI; el mismo que se fue con Elba Esther Gordillo al PANAL y traicionó a Elba Esther y al PANAL; el mismo que después se fue al PAN y hoy traicionó al PAN.

El proverbio no falla, “el que traiciona una vez, traiciona siempre”.

De Yunes no me sorprende absolutamente nada, tengo 30 años de conocerlo, me sorprende Morena y el gobierno supuestamente honesto de López Obrador que a través de las peores prácticas consiguió el voto de quien el 27 de mayo del 2017 le aventó huevos en la cara en Huatusco Veracruz; del que siendo gobernador de su estado públicamente lo insultaba y lo retaba; del que hace apenas tres meses instrumentó una impresionante campaña de lodo en contra de Rocío Nahle.

Ayer vi, totalmente incrédulo, a las y los senadores de Morena vitoreando a este siniestro personaje, a Salgado Macedonio escoltándolo, hasta Noroña pidiendo respeto para él, que desmemoria y que desvergüenza.

Yo coincido con el presidente en que el pueblo mexicano es un pueblo bueno, pues este pueblo bueno no se merece lo que le está haciendo este puñado de sátrapas, van a dejar al pueblo que generosamente los eligió a merced de jueces de dudosa capacidad, de dudosa imparcialidad e independencia.

Si el problema eran los altos salarios de once ministros, tan fácil como disminuirlos. Si el problema eran los reveses que la Corte le dio a la 4T, tan fácil como contratar no a los cuates sino a buenos abogados que hagan bien las cosas.

Y si el problema es la justicia que efectivamente tiene muchas deficiencias, pues lo procedente era fortalecer en serio el sistema de justicia que incluye a las fiscalías, a las defensorías, a las policías, al sistema penitenciario y otras instituciones.

Pero no, lo más fácil era gastar miles de millones de pesos del erario en elecciones y en liquidaciones a los miles de trabajadores que van a despedir.

Esta “transformación de la vida pública” se la deberemos a Yunes, él fue quien finalmente la hizo posible, gracias Miguel Ángel, muchas gracias, no se podía esperar menos de ti y de tu familia.