Beatriz Pagés
EL VOTO QUE APESTA
El mismo López Obrador se encargó de quitar legitimidad a la reforma judicial. “Cómo se logró la mayoría, no importa”. “En la política hay que optar entre eficacia y principios”.
Con ese desparpajo el presidente de México aceptó, sin decirlo, que el gobierno fue a negociar o amenazar a los más corrutos para que le dieran a Morena el voto faltante.
La reforma al Poder Judicial aprobada por 86 votos es hija del chantaje, la traición, el secuestro y la complicidad. Es resultado de una táctica parecida al sicariato. De un poder criminal que oprime y última.
Dos poderes, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo operaron para someter al Poder Judicial. Para rendirlo y someterlo a los dictados de un régimen que busca acabar con la separación de poderes.
Una reforma pensada para cambiar el diseño del Estado mexicano, para transformar el alma y el corazón de México fue aprobada por la fuerza, sin respaldo social y a partir de un procedimiento gansteril y antidemocrático.
El voto de “los Yunes Márquez y Linares” es el voto de la cañería.
Es el voto que apesta. Símbolo y resumen de la parte más oscura y mal oliente de la política mexicana.
Son los representantes de esa oposición que en la corrupción, en su enriquecimiento inexplicable, lleva su fragilidad y derrota.
Ese voto que apesta explica por sí mismo el México de hoy. Son los colaboracionistas que hacen posible la destrucción de la democracia desde adentro.
En ese lodo mal oliente y fangoso es donde le gusta nadar a López Obrador. Ahí, entre el detritus de políticos del pasado, es donde navega para coaccionar, amenazar y obtener pingues ganancias. Sin Yunes no habría Morena, ni Cuarta Transformación, ni López Obrador.
Es una reforma anti mexicana. Aprobada pese a todas las advertencias del daño que provocará a la nación. 86 senadores optaron por el suicidio mexicano. Apretaron el botón verde para poner en rojo el futuro de México. Nada les importó. Se taparon ojos y oídos para abrir la puerta a una dictadura.
¿Qué sigue? La aprobación de otras reformas constitucionales que darán forma a una presidencia todopoderosa. La eliminación de los órganos autónomos, la militarización de la seguridad pública, la trasformación del INE en una oficina de gobierno, serán las otras columnas del Estado absoluto.
AMLO para ocultar el trasfondo autoritario de la demolición judicial dijo que Sheinbaum no será la “reina Claudia Carlota” No será la “Claudia Porfiria”.
Lo cierto es que hoy estamos ante la disolución del Poder Judicial. El régimen utilizó a 85 senadores del bloque oficial y a un rehén para desaparecer a un poder que le estorbaba. Que lo obligaba a respetar la Constitución y le impedía gobernar a golpe de pulsiones tiránicas.
Sheinbaum dijo que el voto de Yunes “pasará a la historia”. Sí, a la historia de la traición. Ese no era el voto que le convenía a México, ni a los mexicanos.
Le convenía sólo a un hombre, a su impunidad y nada más.