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VIOLENCIA VICARIA

Por: Isadora Santivañez Ríos

En los últimos años, con los nuevos sistemas de estructura familiares han surgido un sin número de vicisitudes que padecen las mujeres dentro de un sistema machista y altamente patriarcal, por lo que ha sido necesario tipificar nuevos delitos que se cometen en contra de ellas y de sus familias.
Una de estas formas de violencia es la llamada vicaria o por interpósita persona, la cual se ejerce sobre las hijas e hijos, abuelos maternos, hermanos o familiares y círculos afectivos de una mujer con el objeto de herirla, afectarla o causarle algún trauma psicológico. Esta resulta ser una de las más lacerantes y dañinas para las mujeres, ya que es una violencia ejercida sobre una víctima secundaria pero que tiene por objeto dañar a la víctima principal, que es la mujer. Es a ella, a la que se quiere afectar y el daño se hace a través o por medio de terceros; pues el maltratador sabe que dañar, asesinar, golpear, amenazar, o ejercer alguna otra manifestación de violencia en contra de quienes ella estima, es una forma eficiente de violentarla, herirla y minimizarla.
Es importante entender que la violencia vicaria es una violencia machista, que generalmente es ejercida por el hombre, por familiares de éste o por una nueva pareja sentimental, en una relación de poder que se sustenta en la desigualdad y que comúnmente usa como objetos de violencia a los hijos de la víctima.
El daño de esta forma de violencia siempre es directo, porque la manera más común en la que este delito se presenta es cuando una pareja o ex pareja oculta de manera consciente a hijas e hijos de sus madres, con el objeto de dañar a la víctima de desestabilizarla, de ejercer un control sobre ella y de demostrar poder y fortaleza sobre la misma, se manipula a estas niños indefensos para que rechacen regresar con la madre, para que la culpen por una separación, y en ocasiones se llega a asesinar a los mismos con el único y exclusivo objetivo de dañar a quien más los ama, que es su madre.

Pues el daño que el agresor persigue no es contra sus hijas e hijos, sino en contra de la mujer, se busca que quien sufra sea ella, aunque el medio para hacer daño sean precisamente los propios hijos e hijas. El objeto de su odio, rencor o machismo es la mujer y el agresor no valida el sufrimiento de sus propias hijas e hijos. Esto es fácil de reconocer, cuando cosifica a sus propias hijas e hijos, ya que los convierte en un instrumento para dañar.

Debe considerarse a hijas e hijos como víctimas directas y no indirectas ya que son convertidos en instrumentos para causar daño o sufrimiento a la madre; las mujeres que viven este tipo de violencia, han señalado que es igual de extremo y atroz vivir sin sus hijas e hijos que vivir con los efectos que provoca una tortura. La cual, debemos mencionar tiene el objetivo de destruir la identidad de la víctima, dejando a la persona completamente vacía, sin voluntad, sometida.

El gran problema es que este tipo de violencia, la violencia vicaria, se comete todos los días en nuestro país, millones de mujeres todos los días son maltratadas psicológicamente por medio de terceros a los que ella estima, y que, al ser separadas, alejadas, o siendo testigos de violencia física o psicológica en contra de sus hijas e hijos o familiares, las deja en un estado de vulnerabilidad e indefensión.
Es necesario visibilizar este tipo de violencia para que así pueda ser detectada, señalada y juzgada ya que resulta altamente inexplicable que a estas alturas aún no contemos con una protección jurídica respecto a estos temas, más cuando este acto lacerante es altamente común en nuestro país. La defensa de los derechos políticos de la mujer debe ser ahora, no podemos esperar más tiempo…