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Mar de Ávila

El Festival Internacional de Teatro de la Calle.

En el marco del Festival Internacional de Teatro de la Calle, en Zacatecas, con mucha seguridad las calles de la capital, estarán inundadas de historias y el ejercicio de una de las actividades artísticas de gran tradición en las sociedades de la antigüedad.
En ese sentido, podemos decir que el teatro callejero constituye una de las formas más antiguas de expresión artística, remontándose a tiempos de la antigua Grecia y Roma, donde los artistas se presentaban en foros públicos. Durante la Edad Media, los juglares y trovadores viajaban por ciudades y pueblos llevando historias y sátiras que compartían con la gente común.
Sin embargo, fue en los años 60 y 70, con el florecer de los movimientos contraculturales y de protesta social, cuando el teatro callejero resurgió como una poderosa herramienta para desafiar las normas establecidas, reivindicar derechos y acercar el arte a las masas.
En México, el teatro callejero tiene sus raíces en las tradiciones prehispánicas, dado que en las ceremonias rituales se realizaban representaciones dramáticas en espacios abiertos. Con la llegada del teatro europeo durante la colonización, esta tradición se transformó. Sin embargo, a lo largo del siglo XX, movimientos sociales y colectivos de teatro como Los Mascarones y Teatro Campesino e Indígena comenzaron a usar el teatro en espacios públicos como medio de resistencia y educación popular, acercando la cultura y el conocimiento a las clases populares.
En ese sentido, podemos decir que invariablemente los objetivos del teatro callejero, tanto a nivel global como en México, son claros: democratizar el acceso a la cultura, fomentar la participación activa del público, generar conciencia social, y utilizar el espacio público como escenario para la reflexión y el diálogo.
Ahora bien, el teatro callejero en México se ha caracterizado por su flexibilidad, improvisación y un fuerte enfoque en temas sociales y políticos. Al realizarse en espacios públicos, las barreras tradicionales entre el escenario y el público se desvanecen, lo cual permite una interacción más directa y espontánea. Los actores dependen en gran medida del lenguaje corporal, el uso de máscaras, música en vivo, y elementos visuales simples, ya que no cuentan con los recursos técnicos de un teatro formal.
Durante las décadas de los 70 y 80, el teatro callejero en México experimentó un auge, impulsado por movimientos estudiantiles y sociales que lo usaron como una herramienta para movilizar a las masas. Grupos como el Teatro de la Calle, el Teatro Chicano influyeron en su expansión, incluso el histórico colectivo CLETA, promovido por “El Llanero Solitito”, constituyeron en su momento, un apoyo a las luchas estudiantiles y laborales, de la época. En los últimos años, el teatro callejero ha adoptado nuevas formas, fusionando elementos tradicionales con técnicas contemporáneas de performance, abordando temas como la violencia, el medio ambiente y los derechos humanos.
En el estado de Zacatecas, el teatro callejero ha florecido como una manifestación cultural vibrante que mezcla la tradición local, con influencias modernas. Nuestra entidad es conocida por sus festivales culturales, donde el teatro callejero ha encontrado un espacio importante, particularmente en eventos como el Festival Cultural de Zacatecas y ahora el ser la sede del Festival Internacional de Teatro de Calle. Aquí, el teatro se ha utilizado para narrar historias de la historia local, mitos y leyendas, así como para explorar ciertos temas contemporáneos como la migración y la identidad, entre otros.
Grupos locales han adoptado el teatro callejero como una forma de revivir el uso de los espacios públicos históricos, como las plazas y calles del centro de Zacatecas, y hacer que el arte esté accesible a una audiencia diversa. Además, las particularidades de la arquitectura colonial del estado propician un escenario único a las representaciones, lo que añade un toque especial a las performances. El teatro callejero en Zacatecas sigue siendo un reflejo del dinamismo cultural y social del estado, adaptándose a las demandas y los desafíos de la actualidad.