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Viva la Revolución, sí. Ésta. La de ahora...

Dra. Verónica Arredondo

Hace unos días, nuestra presidenta, Claudia Sheinbaum, visitó mi natal Zacatecas y fue recibida y abrazada por mis coterránas y coterráneos con alegría, entusiasmo y esperanza. Me he hecho muchas preguntas desde que Claudia fue electa presidenta y desde que asumió el cargo. ¿Sería posible este suceso sin la revolución de 1910? ¿Sería posible la existencia de la democracia sin la participación de la población? ¿Sería posible la historia humana como tal sin la intervención de las mujeres? Es necesario que seamos nombradas. La verdad es que sin nosotras, la humanidad no hubiese ido muy lejos o a ninguna parte, y no me refiero precisamente al papel biológico que jugamos, sino a que nuestra lucha por el reconocimiento como ciudadanas y la participación que hemos tenido en los procesos históricos ha sido trascendental en el desarrollo de la civilización. Si la mujer se hubiera quedado en casa, atendiendo exclusivamente las necesidades de los hombres, todavía viviríamos en la caverna de Platón.

Creo que es importante considerar que este es el primer aniversario de la Revolución que celebraremos bajo el mandato de una mujer en la presidencia de la nación. Creo que no está bien que hayamos tardado tanto en contar con una presidenta, pero al menos la tenemos. Nuestros vecinos prefirieron elegir a un tipo misógino y machista, en lugar de una mujer que cuenta con capacidades extraordinarias para sacar adelante su nación. Nosotras y nosotros optamos por Claudia: a una mujer brillante que deseamos conduzca con sapiencia este país.

Un presidente dijo que habían sido tolerantes hasta el hartazgo en un hecho histórico; pero quienes hemos sido tolerantes hasta el hartazgo hemos sido nosotras. Nosotras que nos hemos aguantado todas las injusticias de las que hemos sido objeto. Yo no quiero reprochar nada, pero si precisar que el mundo depende en gran medida de nosotras por donde se le vea, y por donde se le evalúe.

Puedo poner una lista de mujeres que participaron en la Revolución, que a veces son recordadas en la historia, porque las quiero nombrar: Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, Encarnación Mares, Rosa Bobadilla, Valentina Ramírez, Ángela Jiménez, entre otras, pero hubo miles de mujeres que nadie conocimos su nombre y que han sido olvidadas. Creo que sería importante tenerlas presentes, porque los libros de historia siempre nos han invisibilizado.

No sé si sea necesario que lo diga y lo presente. Alrededor de 1910 la población estaba harta de la forma en que se dirigía y administraban los recursos y las políticas del país. Existieron luchas sociales antes de esta fecha, lo de los hermanos Flores Magón es un ejemplo claro de ello, por supuesto con la participación de Juana Belén Gutiérrez de Mendoza. Una lucha que exigía el reconocimiento de la igualdad de los ciudadanos, ciudadanas; justicia social, repartición de la riqueza; un gobierno que gobernara para todas y todos y no solo para los ricos. Hubo antecedentes, que si bien ocurrieron incluso antes del movimiento de independencia, contemplaban, sobre todo, la justicia social. La rebelión de Gaspar Yanga y Lorenzo de la Matosa, que acabaron fundando el primer pueblo libre de América: San Lorenzo de los Negros. Lucha que exigió la libertad de los esclavos comandados por Yanga y de la Matosa. O la conspiración de Guillén de Lampart, de quien nuestro escritor zacatecano Gonzalo Lizardo ha escrito, que consistía en la abolición de la esclavitud y la otorgación de los mismos derechos a negros, indígenas, mestizos, criollos, españoles, en una nación independiente de la corona española. Estos dos eventos que cuento, Yanga, Guillén, tratan sobre el hartazgo de la población, la existencia de injusticias, la reorganización de la sociedad. Temas trascendentales para cuando los Flores Magón, Madero, Carranza, Obregón, Orozco, Villa, Zapata, se levantan en armas para derrocar al sistema.

Viva la Revolución, sí. Esta. La de ahora, la que tal vez nos dé la oportunidad de desarrollarnos y crecer con todas las ventajas que han tenido los hombres. Esta vez tenemos que establecer que todas las personas que habiten este país, sin importar su género, religión, procedencia, deben de contar con los mismos derechos y oportunidades. Esta vez tenemos que hacer las cosas de la manera justa y correcta para que las generaciones futuras no tengan que lidiar con nuestros problemas. Sí, que enfrenten otros, que lidien con lo que sigue, pero no con esto, porque esto lo debemos resolver.

Decía la consigna del Madero revolucionario que periodo efectivo no relección (no lo puse en mayúsculas a propósito), Obregón lo secundaba y se religió. La nación más rica del mundo, muchas veces la más abusiva también, religió a una persona impresentable. Lo que digo es que hemos vivido un periodo independiente, luego la pre-reforma, Reforma y pos-reforma, la Revolución, el unipartidismo, todos han tenido oportunidad de gobernar y no lo han ejercido de la mejor manera. Es tiempo de que las mujeres nos organicemos y dirijamos las naciones. Tenemos ese derecho. A lo mejor este texto les suena a ciencia ficción, a lo peor es un reclamo o propuesta para defender nuestro turno. Así debería de ser, somos más de la mitad de la población, somos las que parimos, las que vamos a preservar la continuidad de la humanidad. Podemos turnarnos el gobierno del mismo. Es lo justo. La Revolución tendría que ejecutarse de una forma en que todas y todos pudiéramos participar en el gobierno de la realidad. Seguramente nosotras lo haremos bien, dándolo todo por hacerlo mejor, no tan cruento ni violento como se ha hecho.