Psicóloga Maira Gallegos
HERIDA DE INJUSTICIA
Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma.
Carl G. Jung.
No puedes controlar todo y eso, en parte, es la gracia de la vida.
La injusticia es una violación a los derechos de una persona o varias. El sentimiento o la herida que se desarrolla en los niños a partir de la injusticia sucede con la individuación en la edad aproximada de los 3 a los 5 años, donde no se siente apreciado o respetado en su justo valor, cree no recibir lo que merece o que alguien más recibió más de lo que merecía. Los ámbitos donde existe la desventaja y la desprotección son áreas donde la persona, marcada ya por la herida de la injusticia, tiende a la pelea y a la defensión por la justicia.
La injusticia se da en la relación padre-niño, jefe-empleado, gobierno-ciudadano, donde las posiciones son de autoridad y subordinación, pero principalmente la experiencia es de abuso, autoritarismo, violencia, y exigencias. Específicamente en la infancia nace esta herida por la vulnerabilidad y la indefensión ante autoridades y a partir de realidades injustas. Por ejemplo, niños con discapacidad sin derecho a ser sanos, situaciones de pobreza de los padres, abuso de uno de los padres. Todas estas experiencias están marcadas por la impotencia y crean un dolor que acompaña y marcará siempre. El dolor hace que la visión del concepto de autoridad se tergiverse a tal grado que se aborrece y tiende a reafirmar las mismas situaciones de injusticia o a convertirse en la misma figura que se aborrece, la de autoridad y abuso con los demás.
En la persona misma representa la falta de reconocimiento, auto abuso, autoexigencia, perfeccionismo, poco aprecio por sí mismo, falta de equidad y de respeto, etcétera. Paralelamente se experimenta un rechazo a la realidad y realidades injustas. Por eso muchas personas experimentan ambas heridas de rechazo e injusticia. Ambas heridas siempre tienen relación con el padre del mismo sexo.
La herida de la injusticia básicamente es el robo del derecho. En la infancia se robaron el derecho del infante a ser niño, una infancia robada, el niño no tuvo derecho a ser niño. Tener este derecho es poseer la libertad de ser, de explorar, de equivocarse, aprender, jugar, ser él mismo, divertirse, crear, experimentar, ensuciarse, reír, disfrutar. En la etapa de la infancia es cuando se aprende a disfrutar la vida; después vienen otras etapas en las que se asumen otras responsabilidades y actitudes que llevan a procesos de madurez.
los ambientes en los que crece una persona con esta herida sobre todo fueron rígidos, severos, duros y muy autoritarios. Los padres o uno de ellos tienden a ser perfeccionistas y perseguidores de los errores. Muchas veces las actitudes perfeccionistas y la herida de injusticia son por sistema. Los padres con esta herida no permitirán que sus hijos se equivoquen, como él lo vivió. De a cuerdo con la propia experiencia, será exigente e incapaz de aceptar el derecho a ser niño.
Cuando se es niño, la aceptación de los padres es muy importante. Si el niño tiene conductas en las que observa y siente la aprobación de los padres, las reforzará. Empieza atener actitudes adultas que parecen que todo lo está haciendo bien y los padres aprueban. Encuentran una forma de complacer, pero sacrifican su espontaneidad.
Esta herida marca una rigidez en la persona que no le permite ver más allá y adaptarse a situaciones. Desde niños aprendieron a controlarse para ser aceptados y agradar, es como si tuvieran a su niño encerrado. Sobre todo, son muy controladas en sus emociones a tal punto que pueden desconectarse de ellas, ya que les estorban para poder mantener el control y no saben como lidiar con ellas. Esto ocasiona que sus cuerpos tiendan a ser rígidos, atrapan lo que sienten. Andan con “las nalgas apretadas por la vida”, es decir, constreñidos emocionalmente.
Son perfeccionistas, perseguidores de ellos mismos, exitosos laboralmente por que no se permiten fallar, son buenos académicos, directores, científicos, entrenadores, lideres espirituales, terapeutas; lo que exija precisión, perfección, racionalidad, son trabajos apropiados para ellos. Parecen tener todo bajo control, les gustan las metas, son críticos, competitivos, tienden a medirse con otros, de esa manera reafirman su perfección, pero a la vez su injusticia consigo mismos, y esto los lleva a sentirse en desventaja. Tienden a ser personas que aleccionan a otras. Simbólicamente tienen el “palo” para aleccionar, dirigir, descalificar, criticar. Son morales y tienen alto el sentido del deber y del bien, pero no disfrutan de la vida. Su juego es ganar control de la vida, con hábitos castrantes hasta para ellos mismos, que no permiten equivocarse y aceptar la humanidad imperfecta. Creen que el crecimiento es ganar el control sobre otros, sin considerar si en verdad los necesitan y si eso es para su felicidad. La incapacidad de no darse el derecho a equivocarse, a no ser perfectos los incapacita para la felicidad. Aunque sean personas que tengan todo y aparentemente una vida perfecta no son capaces de apreciar lo que tienen. Si estas personas necesitan ayuda de un terapeuta es probable que primero lo pongan a prueba, ya que necesitan a un experto en la materia, solo así tendrá la autoridad para decirles qué les pasa.
Cuando esta herida es muy fuerte y se ha contenido por muchos años llega un momento en que la liga se rompe, por alguna etapa o un momento. Escapa el niño interno al que no se le dio derecho de ser ocasionando conductas compulsivas o polarizadas. Por ejemplo, cuando es muy diciplinada en la comida, ejercicio, compras, alcohol, etc., y tienen un rompimiento o crisis, perderán el control; pueden comer desproporcionadamente, ingerir mucho alcohol, irse de compras compulsivas y cuando regresan al control se sienten culpables y avergonzados.
En algún momento lo que se niega se manifiesta. Por eso es importante no llegar a puntos de quiebre. La contención por muchos años de esta herida puede manifestarse por medio de la depresión o alguna otra enfermedad.
Suelen sentir mucha ira con “lo injusto que es todo” y les molesta la gente floja, desordenada, incapaz, gorda, infantil, libre. Siente que es injusto que haya gente así cuando él se parte el lomo todos los días por alcanzar la perfección. Las cosas siempre tendrán méritos. La vida se gana y se gana con dificultades. Para merecer es necesario esforzarse. La mayoría no sabe mirar las necesidades de los demás y no son empáticos ni afectuosos; son personas piedra que hacen sentir a los demás el síndrome del mueble: te uso, pero no te veo.
En general son personas que, aunque buscan hacer el bien, lo correcto, ser respetadas y aceptadas su problema es que mutilan sus propias necesidades, tratando de lograr una perfección que no existe en la vida.
Todo lo anterior son tendencias, no leyes. Pero es importante mencionar que, en todas las conductas, son a partir de algo. Hay beneficios en nuestros vicios. Ser más conscientes de los que nos está funcionando como adultos. Todos somos adultos rotos. La diferencia es la capacidad de autobservación o de introspección para seguir o dejar de repetir esas conductas que ya no nos sirven porque son originadas desde los niños heridos y que se pueden transformar para ser adultos más responsables y dejar de replicar y/o heredar esas heridas.
Cuando niños nos fueron negados derechos, atención, afecto, aprendizaje, pertenencia, límites, estructura, etc. a unos más a otros menos. La paternidad implica que para ser buen padre debemos tener la capacidad de dar lo que nos fue negado, lo que no nos dieron. Pero para darlo, debe estar en nosotros. Por eso no es sorpresa estar heridos y con necesidades no resueltas. Nuestros padres no estaban preparados para una paternidad responsable y amorosa, y aunque fueron bienintencionados también fueron ignorantes en general. Por eso toca hacerse responsable del niño interno y de nuestro adulto.
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