Sin Maíz, No Hay País: Los Peligros de los Cultivos Transgénicos
Dr. Ulises Mejía Haro*
Los organismos genéticamente modificados (OGMs), también conocidos como “transgénicos”, son seres vivos, plantas o animales que a través de la biotecnología moderna han sido manipulados genéticamente en su genoma, transfiriéndoles genes de otros seres vivos para poseer características específicas deseadas. En el caso de la agricultura, resistencia a plagas y al herbicida glifosato.
Muy pocos cultivos transgénicos están orientados a la resistencia a las sequías, a la salinidad, acidez de los suelos y a la biorremediación de los mismos, o a mejorar la calidad nutritiva de los granos y oleaginosas.
Las grandes corporaciones multinacionales como Monsanto, Cargill, Dupont, Bunge y Bayer promueven los cultivos transgénicos de maíz, papa y soya como la panacea para la productividad y la seguridad alimentaria en el mundo, lo cual no es del todo cierto, ya que para la creación de semillas transgénicas se sirven de los avances en productividad, resultado de investigaciones y tecnologías generadas en centros de investigación y universidades públicas a través de la selección, cruzamiento y mutaciones. Por lo que el aditivo en un transgénico, es la manipulación de su genoma, en el caso del maíz, insertando restos de ADN con genes de otros organismos vivos con caracteres específicos de resistencia a herbicidas como el glifosato “que combate las malezas y no a la planta del maíz”, o en el maíz Bt, donde se insertan secuencias de ADN de la bacteria Bacillus thuringiensis que secreta una toxina llamada Bt que mata insectos y plagas del maíz, pero también mata otros insectos benéficos como los polinizadores.
El herbicida más usado en el mundo en cultivos transgénicos es el glifosato, el cual en 2015 ha sido clasificado como “probablemente cancerígeno en humanos” por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) después de haber revisado cerca de 1000 estudios científicos. En 2019 el Departamento de Salud del gobierno de Estados Unidos publicó un perfil toxicológico del glifosato que coincide con el reporte de la OMS (Conahcyt, 2020). En 2020 se publicó la quinta edición de la Antología toxicológica del glifosato, que integra mil 108 investigaciones científicas sobre los efectos del glifosato en la salud y el ambiente. También se le ha relacionado con casos de alergias e inmunosupresión.
Además, este herbicida afecta la flora, y su uso indiscriminado, al igual que los antibióticos puede generar resistencia al herbicida dando lugar a supermalezas difíciles de combatir; Asimismo, se han detectado contaminaciones de cuerpos de agua y suelo, que afectan la fauna, los ecosistemas acuáticos y la diversidad biológica.
El cultivo del maíz transgénico, también genera dependencia tecnológica y alimentaria de las grandes corporaciones extranjeras “ya que quien controla las semillas, controla el proceso de la producción de alimentos”, las multinacionales condicionan los buenos resultados al acompañamiento de un paquete tecnológico, como es la aplicación del herbicida glifosato, adquisición de semilla transgénica, grandes dosis de fertilizantes químicos y disponibilidad de agua.
México es centro de origen del maíz, sus ancestros como el teosinte y los maíces nativos son valiosos reservorios de germoplasma, garantes para la corrección de posibles errores de la ciencia y para el avance de la misma, que de ninguna manera sus semillas deben estar expuestas a la contaminación de maíces transgénicos.
México es un país donde el maíz es su alimento fundamental “Sin maíz, no hay País”. Somos y seguiremos siendo autosuficientes en maíz blanco, destinado principalmente para la producción de la tortilla, la cual alimenta a la mayoría de las familias. Somos deficitarios en maíz amarillo, el cual se importa principalmente para la alimentación del ganado, con fines de producción de carne, leche y huevo.
Fue un despropósito la resolución del panel de solución controversias del T-MEC, de eliminar la prohibición de las importaciones de maíz transgénico en la masa y tortillas y la eliminación gradual de uso de este grano en la alimentación del ganado, bajo pretexto de no estar basado en evidencia científica y por socavar el acceso al mercado que México acordó bajo los principios del T-MEC (Informe final del Panel, 20 diciembre de 2024). Sin duda, los intereses económicos de Estados Unidos pesaron en esta resolución. Estados Unidos exporta a México más del 40% de su maíz; de enero a octubre de 2024, México importó de ese país, maíz amarillo por un valor de 4.8 mil millones de dólares.
Bajo este contexto, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum presentará en febrero próximo una reforma a la Constitución para prohibir la siembra de maíz transgénico en el país, como defensa para la conservación de la biodiversidad y de la salud humana; la cual aprobaremos, misma que no se antepone a lo dispuesto en el T-MEC. En este caso, existe evidencia científica suficiente de que los maíces transgénicos contaminan a nuestros maíces nativos, a sus ancestros y a los mejorados, al tener el maíz una polinización cruzada a través del aire e insectos polinizadores. También es claro que los maíces transgénicos Bt que combaten plagas y hongos, matan a su vez a insectos polinizadores como las abejas que son pieza clave para la productividad agrícola y producción de miel.
Otra medida que puede considerarse para limitar el consumo de OGMs, es la obligación del etiquetado de productos que contengan organismos genéticamente modificados “transgénicos” como lo contempla la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados en su artículo 101 que dispone que los OGMs o productos que contengan organismos genéticamente modificados y que sean para consumo humano directo, deberán garantizar en la etiqueta la referencia explícita y entendible para el consumidor de que el producto contiene OGMs, sustentada ésta en información científica y técnica.
* Diputado Federal por Zacatecas