El Desafío Educativo de la Migración: Retos y Responsabilidades ante las Políticas de Trump.
Dra. Verónica Arredondo
Las políticas migratorias implementadas por Donald Trump representan un cambio drástico en la dinámica migratoria entre México y Estados Unidos, lo que muy propablemente generará un impacto significativo en diversas áreas, especialmente en el sector educativo de regiones con alta migración, como el estado de Zacatecas.
Estas medidas, que incluyen la eliminación de la ciudadanía por nacimiento para hijos de indocumentados y la intensificación de deportaciones, plantean desafíos considerables para el sistema educativo mexicano.
Zacatecas ha sido históricamente una entidad con una elevada tasa de emigración hacia Estados Unidos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), se estima que más de un millón y medio de zacatecanos(as) residen en el extranjero, principalmente en Estados Unidos. Esta dinámica migratoria ha creado una estrecha interdependencia entre ambas regiones, afectando directamente a las familias y, por ende, al sistema educativo local.
Las nuevas políticas migratorias estadounidenses han resultado en un aumento de deportaciones de migrantes mexicanos. Muchos de estos deportados son jóvenes y niños(as) que, habiendo crecido y sido escolarizados en Estados Unidos, enfrentan serias dificultades al reintegrarse al sistema educativo mexicano.
Un desafío prominente es el dominio limitado del español, ya que algunos de estos estudiantes han recibido toda su educación formal en inglés y carecen de las competencias lingüísticas necesarias para seguir el currículo mexicano.
Este fenómeno no es nuevo. Estudios previos han señalado que la migración de retorno y la deserción escolar están estrechamente relacionadas en estados como Zacatecas. La falta de programas educativos adaptados a las necesidades de los estudiantes repatriados contribuye a elevadas tasas de abandono escolar.
Además, la carencia de apoyo psicológico y social para estos jóvenes, que a menudo enfrentan el trauma de la deportación y la adaptación a un entorno culturalmente distinto, agrava la situación.
El sistema educativo enfrenta el reto de proporcionar oportunidades reales de desarrollo a estos jóvenes. La educación debe ser un puente hacia el futuro, pero si no se ofrecen alternativas viables para su integración laboral y social, existe el riesgo de que estos jóvenes se enfrenten a la marginación.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), el desempleo entre los jóvenes repatriados es significativamente más alto que el de sus pares mexicanos, debido a la falta de reconocimiento de sus estudios realizados en Estados Unidos y a las dificultades para validar su experiencia laboral.
En este sentido, es fundamental que tanto el gobierno como las instituciones educativas trabajen en mecanismos de revalidación de estudios y certificación de competencias que permitan una inserción efectiva en el mercado laboral.
Es imperativo que tanto el gobierno como la sociedad civil asuman la responsabilidad de abordar estos desafíos con seriedad y compromiso.
El sistema educativo debe implementar programas de apoyo lingüístico para facilitar la transición de los estudiantes repatriados.
Asimismo, es esencial ofrecer orientación psicológica y social para ayudarles a adaptarse a su nuevo entorno.
La capacitación de docentes en estrategias de enseñanza intercultural y la inclusión de contenidos que reflejen la diversidad cultural pueden ser herramientas efectivas para mejorar la integración de estos estudiantes.
La sociedad en su conjunto también tiene un papel crucial. Es necesario fomentar una cultura de empatía y apoyo hacia las familias migrantes, reconociendo las contribuciones que han realizado tanto en México como en Estados Unidos.
Las organizaciones comunitarias, las asociaciones de padres y madres de familia, las instituciones locales pueden colaborar para crear redes de apoyo que faciliten la reintegración de los estudiantes deportados.
Las políticas migratorias de la administración de Trump han generado y generarán un impacto significativo en la educación en Zacatecas, desafiando al sistema a adaptarse para recibir y apoyar a los jóvenes repatriados.
Las barreras lingüísticas, culturales y emocionales que enfrentan estos(as) estudiantes exigen una respuesta coordinada del gobierno, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto.
Es una responsabilidad compartida garantizar que estos niños(as) y jóvenes, a pesar de las adversidades, encuentren en México un entorno educativo inclusivo y de calidad que les permita prosperar.
No se trata solo de un problema de adaptación escolar, sino de una cuestión de derechos humanos y de justicia social.
Atender este reto con sensibilidad, empatía y responsabilidad no solo beneficiará a estos jóvenes, sino que fortalecerá el tejido social y educativo de Zacatecas y de México en su conjunto.