Sororidad y empoderamiento económico: claves para una sociedad más justa
La sororidad es un concepto que ha cobrado fuerza en los últimos años, no solo como una expresión de solidaridad entre mujeres, sino como un pilar fundamental en la lucha por la igualdad de género. El empoderamiento económico es clave para garantizar la autonomía de las mujeres y reducir la brecha de desigualdad de género. Sin embargo, lograrlo requiere una red de apoyo sólida que impulse la creación de oportunidades y elimine las barreras que históricamente han limitado el acceso de las mujeres al desarrollo económico. Aquí es donde la sororidad juega un papel crucial.
Una forma concreta de practicar la sororidad en el ámbito económico es a través del apoyo a emprendimientos liderados por mujeres. Comprar productos y servicios de negocios femeninos, recomendar su trabajo y generar redes de colaboración fortalece la economía de mujeres y contribuye a su independencia financiera. Además, promover el acceso a financiamientos y oportunidades de formación ayuda a reducir la desigualdad estructural en este ámbito.
También es importante fomentar la sororidad en los espacios laborales. La mentoría entre mujeres, el impulso de políticas de igualdad salarial y la creación de ambientes laborales libres de discriminación son acciones esenciales para el empoderamiento económico. Las mujeres en puestos de liderazgo pueden abrir camino para otras, asegurando que el crecimiento profesional no sea un privilegio exclusivo.
La educación financiera con perspectiva de género es otra herramienta clave. Muchas mujeres han sido históricamente excluidas de conocimientos sobre ahorro, inversión y administración de recursos, lo que limita su capacidad de desarrollo económico. Fomentar programas de educación financiera accesibles y diseñados con enfoque de género puede marcar una gran diferencia en la vida de muchas mujeres.
Por otro lado, la sororidad debe extenderse a todas las mujeres, sin importar su edad, origen, clase social o contexto. No podemos hablar de empoderamiento económico sin incluir a las mujeres indígenas, afrodescendientes, con discapacidad, de la comunidad LGBTIQ+ o en situación de vulnerabilidad. La equidad económica solo será posible cuando reconozcamos y abordemos las múltiples desigualdades que enfrentan distintas mujeres.
Finalmente, la sororidad y el empoderamiento económico son herramientas de resistencia y transformación. Es alzar la voz cuando una mujer enfrenta desigualdad laboral, es brindar apoyo cuando una compañera busca emprender, es entender que la autonomía económica es clave para una vida libre de violencia. Juntas podemos construir una economía más justa, equitativa y solidaria..
M.F. María del Carmen Salinas Flores