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La reelección legislativa ¿es buena o mala?

Por: Claudia Anaya Mota

Esta semana, en el Senado de la República, MORENA y sus aliados aprobaron la reforma que impide la reelección legislativa, como parte de la reforma electoral promovida por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Desde la década de los noventa, las reformas electorales en México se habían construido mediante el consenso, con mesas de trabajo donde participaban tanto las mayorías como las minorías opositoras, este proceso permitía una perspectiva amplia e incluyente. Sin embargo, la actual reforma electoral impulsada por MORENA no es integral; por el contrario, se presenta de manera parcial y responde a la visión del Poder Ejecutivo, en lugar de surgir de un debate plural y representativo.
En cuanto a la pregunta de si la reelección legislativa es buena o mala, no existe una respuesta absoluta. Todo depende del modelo político que un país decida adoptar.
Actualmente, la postura del Ejecutivo parece ser “a mí no me gusta la reelección”, basándose en el principio histórico de la Revolución Mexicana "Sufragio efectivo, no reelección". No obstante, es importante señalar que este principio aplicaba exclusivamente a la Presidencia de la República. De hecho, la Constitución de 1917 sí permitía la reelección legislativa, que fue eliminada en 1933 bajo el dominio de Plutarco Elías Calles, quien centralizó el poder político del partido dominante en su persona.
Con el avance de la democracia, en 2014 se impulsó una reforma electoral para permitir la reelección legislativa. El objetivo era fortalecer las carreras parlamentarias y fomentar la especialización del legislador en distintos temas, con el fin de dar continuidad y coherencia al entramado legal del país.
En contraste, la reforma electoral promovida actualmente desde el Ejecutivo Federal, parece tener más la intención de mantener el control político de MORENA que de empoderar a los legisladores, porque para que un diputado o senador logre construir una ruta legislativa sólida, necesita inevitablemente el respaldo de su partido, lo que refuerza la centralización del poder en las cúpulas partidistas.
Además, resulta un error afirmar que la reelección ha provocado que los legisladores "se enquisten" en el Congreso. Un ejemplo claro es que, de los 128 senadoras y senadores, 88 manifestaron su intención de reelegirse, pero solo 24 lograron renovar su mandato mediante el voto ciudadano.
En consecuencia, la reelección legislativa fortalece la rendición de cuentas, ya que permite a los votantes evaluar el desempeño de sus representantes en cada elección. Esto obliga a los legisladores a trabajar con mayor eficacia si desean continuar en su cargo.
Al rechazar a quienes no han cumplido con su función, el electorado mejora la calidad de la representación política. Además, la posibilidad que abría la reelección permitía a los funcionarios acumular experiencia y consolidar políticas públicas que requierían más tiempo para dar resultados tangibles.
Con MORENA, volvemos a los tiempos del partido hegemónico y centralizado, donde la pluralidad, no tenía cabida.

Senadora de la República