Skip to main content

La brecha salarial de género en México: un desafío pendiente

En 2024, México dio un paso fundamental en la lucha por la igualdad de género con la aprobación de una reforma constitucional en materia de brecha salarial. Este avance, que busca garantizar la equidad en las remuneraciones entre mujeres y hombres, responde a una realidad persistente: en nuestro país, las mujeres siguen ganando menos que los hombres por el mismo trabajo o por labores de igual valor.
La brecha salarial de género no es solo un problema económico, sino una manifestación de desigualdades estructurales. De acuerdo con datos del INEGI y la ONU, en México las mujeres ganan en promedio entre un 14 % y un 20 % menos que los hombres. Esto se agrava cuando hablamos de mujeres indígenas, afrodescendientes o con responsabilidades de cuidado, quienes enfrentan barreras adicionales para acceder a empleos bien remunerados y con derechos laborales garantizados. La desigualdad salarial no solo impacta el ingreso individual de las mujeres, sino que también tiene repercusiones en la economía familiar y en el desarrollo social del país.
La reforma constitucional de 2024 sienta las bases para cerrar esta brecha, pero su implementación efectiva requiere de esfuerzos concretos y sostenidos en el tiempo. Uno de los mecanismos clave es la transparencia salarial: es decir, que las empresas estén obligadas a informar sobre los salarios que pagan a mujeres y hombres en puestos similares. Esto permitiría identificar y corregir disparidades injustificadas. Países como Islandia o España han adoptado medidas en este sentido con resultados positivos, demostrando que la igualdad salarial no solo es posible, sino que beneficia a la economía en su conjunto al aumentar el poder adquisitivo de las familias y fomentar el crecimiento económico.
Además de la transparencia, es fundamental fortalecer la inspección laboral y establecer sanciones para quienes incumplan la normativa. La equidad salarial no puede quedar en el papel; necesita un marco de fiscalización sólido que garantice su aplicación en todos los sectores. Para ello, es clave que el Estado refuerce los mecanismos de monitoreo y rendición de cuentas, asegurando que los avances en la legislación se traduzcan en cambios reales en los centros de trabajo.
Por otro lado, es necesario reconocer y redistribuir el trabajo de cuidados, que recae desproporcionadamente en las mujeres y afecta su acceso a mejores oportunidades laborales. La creación de sistemas de cuidados accesibles y bien financiados es una medida indispensable para que más mujeres puedan incorporarse y permanecer en el mercado laboral en condiciones de igualdad. La falta de opciones para el cuidado de niñas, niños, personas enfermas o adultas mayores limita las posibilidades de muchas mujeres para acceder a empleos formales, reduciendo sus ingresos y su estabilidad económica a largo plazo.
Otro aspecto que no puede pasarse por alto es la necesidad de transformar las estructuras organizacionales dentro del sector privado y público. Implementar políticas de equidad salarial implica cambios en los procesos de contratación, promoción y evaluación del desempeño, garantizando que las mujeres tengan las mismas oportunidades de crecimiento profesional que los hombres. También es esencial promover la educación en igualdad de género desde edades tempranas, para eliminar estereotipos que perpetúan la idea de que el trabajo de las mujeres tiene menos valor o que ciertos sectores están reservados para los hombres.
Cerrar la brecha salarial de género es una cuestión de justicia y de desarrollo. Una sociedad que paga equitativamente a todas las personas, sin importar su género, es una sociedad más próspera, más justa y con mayores oportunidades para todas y todos. La reforma de 2024 es un avance, pero el verdadero reto será hacerla realidad en cada centro de trabajo del país. Ese es el compromiso que debemos asumir como sociedad, no solo desde el ámbito gubernamental, sino también desde el sector empresarial, la sociedad civil y cada persona que busca un mundo más equitativo.
M.F. María del Carmen Salinas Flores