VIOLENCIA A TRAVES DEL CONTROL DE LAS FINANZAS
Por: Isadora Santivañez Rios
La violencia económica es cualquier acto u omisión realizado por la persona agresora que impida el empoderamiento y desarrollo económico de las mujeres. Se puede manifestar a través de limitaciones al ingreso o a la disponibilidad de las percepciones económicas y el control de las mismas, el incumplimiento de las responsabilidades alimentarias, la exclusión o discriminación en la toma de decisiones financieras o en la disposición de los recursos compartidos sin la voluntad de la víctima. Se entenderá también como la percepción de un salario menos por igual trabajo, dentro de un mismo centro laboral.
La violencia financiera es una forma de violencia económica mediante la cual una persona restringe, controla o manipula el acceso a las finanzas para coaccionar a la víctima y así mantener el poder y el dominio en la relación. La violencia financiera es una forma de violencia económica mediante la cual una persona restringe, controla o manipula el acceso a las finanzas para coaccionar a la víctima y así mantener el poder y el dominio en la relación.
Hoy nos encontramos ante una realidad alarmante: las mujeres en nuestro país siguen enfrentando limitadas oportunidades debido a un sistema social que perpetúa el machismo cultural y la discriminación sexista. A pesar de las victorias obtenidas a lo largo de los años, persiste una desigualdad estructural, en la que una de las formas más sutiles y devastadoras de control es la violencia económica. Esta se manifiesta a través de la restricción de los recursos financieros de las mujeres, limitando su libertad y autonomía.
La violencia económica no solo se ve reflejada en la desigualdad salarial, sino también en prácticas de control financiero dentro del ámbito familiar y de pareja, como la negativa a cumplir con las responsabilidades económicas o la exclusión de las mujeres del acceso a los recursos generados por su propio trabajo. Este tipo de violencia es una de las más insidiosas, ya que a menudo pasa desapercibida, pero sus efectos son profundos, contribuyendo al estrés, la angustia y el aislamiento de las mujeres.
También conlleva a limitar las decisiones de las mujeres, quienes en muchas ocasiones se ven obligadas a permanecer en un sitio o con determinada pareja en donde sufren de actos de violencia constantes al no contar con la condición económica o social para poder salir de ese sitio sin que esto ponga en mayor riesgo a sus hijos.
En México, un 16% de las mujeres experimentan este tipo de violencia, cifra que aumenta considerablemente en algunos estados. A menudo, se presenta de manera combinada con otras formas de abuso, haciendo aún más difícil su detección y atención.
Es esencial reconocer que la violencia económica es una manifestación de un patrón más amplio de violencia de género, que afecta la libertad de decisión y la autonomía de las mujeres. Para erradicarla, es fundamental legislar y promover políticas públicas que aseguren el acceso de las mujeres a empleos dignos, con salarios justos e igualitarios, y que fomenten su empoderamiento económico. La capacidad de las mujeres para controlar sus propios recursos financieros es clave para romper el ciclo de abuso y violencia. Por lo que es urgente que impulsemos iniciativas legales que protejan a las mujeres y les garanticen condiciones de igualdad y justicia económica. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad más equitativa, donde todas las personas, sin distinción de género, puedan disfrutar de la misma libertad y oportunidades.
Diputada Local