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¿PUEDE UNA INSTITUCIÓN PREVALECER SIN UNA BUENA IMAGEN?

Adriana Bujdud Nassar
Consejera de Imagen Pública

Cuidar la imagen de las instituciones es importante por varias razones clave, ya que su reputación influye directamente en su funcionamiento, credibilidad y sostenibilidad a largo plazo. No es un tema menor el tener claro como manejar una imagen saludable y profesional en las instituciones publicas y privadas. Cuidar la imagen institucional no es un asunto superficial: es una estrategia esencial para asegurar el buen funcionamiento, la sostenibilidad y la influencia de una institución en su entorno.
Aquí presento los principales motivos:
Genera confianza: una buena imagen institucional inspira confianza en el público, ya sean ciudadanos, clientes, empleados o socios. Las personas tienden a relacionarse más con instituciones que consideran serias, responsables y transparentes.
Facilita la cooperación y el apoyo: una institución con buena imagen tiene más facilidad para establecer alianzas, recibir apoyo financiero, y obtener cooperación tanto de otras organizaciones como del gobierno o la comunidad.
Aumenta la legitimidad: cuando una institución cuida su imagen, demuestra profesionalismo y compromiso con sus valores, lo que refuerza su legitimidad ante la sociedad y sus grupos de interés.
Atrae y retiene talento: las personas quieren trabajar en lugares que valoren la ética, el respeto y la excelencia. Una imagen positiva hace que más profesionales quieran unirse y permanecer en la institución.
Mejora la comunicación con el público: Una imagen sólida facilita la comunicación de mensajes clave, ya que las personas están más dispuestas a escuchar y creer en instituciones que ya respetan.
Previene crisis o ayuda a enfrentarlas: una institución con una buena imagen previa puede afrontar mejor una crisis, ya que el público tiende a darle el beneficio de la duda. En cambio, si ya hay desconfianza, cualquier problema se amplifica.
Influye en la toma de decisiones externas: gobiernos, inversionistas, medios de comunicación y ciudadanos suelen tomar decisiones (como apoyo, inversión o denuncias) basándose en la imagen pública de una institución. Al encontrarse en una crisis se debe tener en cuenta algunos principios básicos: tener rapidez sin improvisación, manejar la transparencia sin alarmismo, manifestar empatía sin debilidad y ser sumamente coherentes en los mensajes que serán difundidos.
Un buen manejo de crisis permite a una institución responder con rapidez, coherencia y responsabilidad ante situaciones adversas, minimizando daños y protegiendo su imagen pública. Cuando se actúa con preparación, comunicación clara y liderazgo firme, no solo se supera la crisis, sino que también se puede fortalecer la confianza de la comunidad, los empleados y los aliados.
En definitiva, una crisis bien gestionada no destruye una institución; al contrario, puede ser una oportunidad para demostrar sus valores, su capacidad de reacción y su compromiso con la transparencia y la mejora continua.