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TIPOS DE VIOLENCIA EN CONTRA DE LAS MUJERES DENTRO DE LA ESFERA PÚBLICA

Por: Isadora Santivañez Rios
En la esfera pública, las mujeres enfrentan numerosos desafíos y prejuicios que pueden obstaculizar su progreso y limitar su participación en cargos de liderazgo.
Estos desafíos incluyen la discriminación de género, los estereotipos negativos, la violencia política, la falta de acceso a recursos y redes de apoyo, y la dificultad para conciliar las responsabilidades familiares con las exigencias del trabajo.
Las mujeres en cargos públicos a menudo son objeto de acoso, amenazas y ataques en línea y fuera de línea, lo que puede desalentar su participación y afectar su bienestar psicológico y emocional, ya que estos comúnmente desprestigian su imagen, credibilidad y la vulneran al desacreditar su trabajo, capacidad y profesionalismo.
En la visión machista y retrógrada de muchos, las mujeres que adquieren un cargo, lo hacen gracias a favores sexuales, íntimos o afectivos, quitándoles toda posibilidad de considerar su crecimiento profesional como un logro y minimizando su éxito a una visión fálica en la que la mujer vale por el hombre que la respalda, es decir por el patriarca de la élite del poder.
Todo ello las lleva a sufrir presiones sociales y familiares, debido a constantes ataques, calumnias, descalificaciones, difamaciones y demás ofensas que afectan su desarrollo profesional, al grado de tomar la decisión de abstenerse a participar en la esfera pública.
Y cuando no desisten, cuando permanecen y luchan por sus sueños, se sienten constantemente presionadas, debido a que se ven en la necesidad de demostrar su capacidad y competencia, lo que les puede generar más estrés y agotamiento, así como una mayor carga social.
Los deméritos de las mujeres en cargos públicos son múltiples y complejos, y requieren de esfuerzos concertados para abordarlos. Estos esfuerzos deben incluir la promoción de leyes y políticas que garanticen la igualdad de oportunidades, el cambio de actitudes y estereotipos de género, y el apoyo a las mujeres en su búsqueda de liderazgo y participación política.
Sin embargo, el esquema de competencia entre mujeres sigue arraigado en la sociedad, por lo que es común que las que participan dentro de la política más que apoyarse, tiendan a demeritarse entre ellas y a obstaculizarse.
Es común atribuir el crecimiento de las mujeres dentro de la política y de la esfera púbica a pago de deuda de favores sexuales o de relaciones íntimas y esto ha sido tan normalizado, que la sociedad no mide ni dimensiona los alcances del alto grado de violencia que se ejerce al realizar ese tipo de afirmaciones, que, además demeritan e invisibilizan la capacidad, trabajo, trayectoria o capital político de las mujeres.
Para erradicar el demérito de las mujeres en cargos públicos, es crucial implementar medidas que promuevan la igualdad de género y desafíen los estereotipos.
Esto implica establecer objetivos de representación femenina, fomentar procesos de contratación y promoción sin sesgos, ofrecer capacitación para mujeres líderes y garantizar la equidad salarial.
Además, es fundamental crear entornos laborales seguros y libres de violencia, mediante protocolos de denuncia y atención a casos de violencia política. Pero principalmente, nunca se debe validar o justificar socialmente la violencia.