El 21?% de internautas mexicanos sufre acoso digital
Julieta del Río
En 2024, el 21?% de los usuarios de internet en México, es decir, unos 18.9 millones de personas de 12 años o más, fue víctima de acoso cibernético, según el INEGI. Este dato revela que no se trata de hechos aislados, sino de una situación estructural con impactos profundos en el bienestar emocional y social de la población.
Esta cifra no solo representa un porcentaje, sino que refleja a muchas personas que viven con intranquilidad en el espacio digital. El acoso a través de WhatsApp, el principal medio con 39.8?%, seguido casi con la misma frecuencia por Facebook (39.7?%) y llamadas telefónicas (29.3?%), muestra cuán cotidiano y frecuente se ha vuelto el hostigamiento en espacios que antes considerábamos privados o seguros.
El perfil emocional de las víctimas es revelador, pues el 58.6?% expresó enojo, el 36.7?% desconfianza y el 30.1?% inseguridad. El miedo, más intenso en mujeres (34.5?%) que en hombres (16?%), es una señal clara de cómo el ciberacoso limita el derecho al libre acceso y uso de las tecnologías, así como la igualdad de género en el espacio virtual.
De las víctimas, solo el 11.2?% presentó una denuncia formal; dos terceras partes bloquearon a sus agresores, y una minoría (14.1?%) optó por ignorarlos, lo cual revela una gran brecha entre los incidentes y las acciones emprendidas en contra de los acosadores. La confianza en la capacidad de respuesta de las autoridades es inexistente para muchos: enfrentan el acoso en silencio o con sus propias herramientas digitales.
Entre 2022 y 2023, Kaspersky reportó un aumento del 220?% en ataques de phishing, mientras que otras firmas señalan que en México se detectaron 118 millones de fraudes informáticos, incluyendo intentos sofisticados con deepfakes, ingeniería social y geofiltrado. En 2024 se registraron seis millones de fraudes con pérdidas superiores a 20?000 millones de pesos, afectando a más de 13 millones de personas en el país.
Esto no es ajeno al acoso, pues ambos fenómenos coexisten y retroalimentan una cultura digital insegura. El primer freno a ese círculo es la alfabetización digital: hoy solo 18.6?% de internautas tiene instalado software de protección, y menos del 46?% evita hacer clic en enlaces sospechosos.
El acoso virtual no solo afecta la autoestima y limita la participación, también condiciona la confianza digital , que es indispensable para una sociedad que avanza hacia la conectividad total.
Políticas públicas y cultura de prevención deben ir de la mano. Es imprescindible legislar instrumentos específicos: protocolos claros de atención a víctimas, regulación más estricta sobre plataformas y campañas de sensibilización dirigidas a usuarios jóvenes y mujeres, quienes son, proporcionalmente, las más afectadas.
Pero también es urgente que la ciudadanía asuma un rol activo. El acoso digital no se combate solo apagando el celular. Se necesita capacitarse, denunciar, desactivar identidades falsas, usar autenticación de dos pasos, gestores de contraseñas, antivirus y actualizar software. Se requiere, además, de redes de apoyo emocional y digital que permitan enfrentar el miedo y restablecer la confianza perdida.
Ignorar esta realidad equivale a permitir que gran parte de nuestra vida digital se vuelva un terreno propicio para el miedo y la desconfianza.