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Psicóloga Maira Gallegos

LA DOPAMINA, PREDICCIÓN DE RECOMPENSA

En un mundo repleto de cortisol, procura ser tú la dopamina
Anónimo.

En el día a día existen cosas que se pueden controlar en el momento, se pueden mover y manipular sin esfuerzo. Son la clase de objetos que si miras hacia abajo son las cosas que posees. Otra clase de objetos existen si tu mirada tiende hacia arriba; son cosas que están lejos de ti y que para alcanzarlas se tiene que planear, pensar y calcular. Esto exige algo de esfuerzo coordinado. Para el cerebro esta distinción significa dos modos diferentes de lidiar con el mundo. En el mundo de abajo el cerebro está dirigido por sustancias químicas llamadas neurotransmisores, que hacen que sientas satisfacción y disfrutes aquí y ahora.

En el mundo de arriba el cerebro es dirigido por sustancias químicas distintas: una única molécula que deja que te mueva más allá del ámbito que tienes a tu alcance, te motiva a perseguir, controlar y poseer lo de afuera próximo a tu alcance. También impulsa a buscar cosas lejanas, tangibles y no tangibles, como el conocimiento, el amor y el poder. La sustancia química de arriba te hace desear lo que aún no tienes y buscar cosas nuevas. Te recompensa cuando la obedeces y te hace sufrir en caso contrario. Es la fuente de la creatividad y también de la locura. Es la clave para la adicción y la vía para la recuperación. Es el combustible para el motor de nuestros sueños y fuente de desesperación cuando fracasamos.

Todos los mamíferos, reptiles, aves y los peces tienen esta sustancia química en el cerebro, pero ninguno tiene tanta como el ser humano. Carbono, hidrogeno, oxígeno y un átomo de nitrógeno son simples en la forma y complejos en el resultado. Es la dopamina y cuenta la historia de la conducta humana. La fama de la dopamina como molécula de placer se consolidó por medio de experimentos con drogadictos. Los investigadores descubrieron que, a mayor actividad en el circuito de recompensa de la dopamina, mayor era el subidón. Cuando la droga se eliminaba del organismo y del cerebro, la actividad de la dopamina disminuía y el subidón desaparecía. La conclusión fue que es poco probable que las vías dopaminérgicas evolucionaran para alentar a las personas a consumir drogas. Parecía más bien que los procesos evolutivos que empleaba la dopamina estuvieran impulsados por la necesidad de motivar la supervivencia y la actividad reproductora. La dopamina no tiene nada que ver con el placer. El conocimiento sobre esta sustancia es la clave para explicar e incluso predecir el comportamiento de un abanico impresionante de actividades humanas: crear arte, literatura, música; buscar el éxito; descubrir nuevos mundos y nuevas leyes de la naturaleza; pensar en Dios y enamorarse.

Para comprobar nuevas hipótesis, los científicos estudiaron en ratas cómo las drogas y la comida estimulan la producción de dopamina. Implantaron electrodos en el cerebro de las ratas para poder medir inmediatamente la actividad de las distintas neuronas dopaminérgicas. Construyeron jaulas con tolvas para dispersar la comida en gránulos. En cuanto echaron el primer gránulo los sistemas dopaminérgicos de las ratas se activaron. La conclusión es que las recompensas naturales estimulan la actividad de la dopamina; algo similar sucede con las drogas. Al paso del tiempo la actividad dopaminérgica cesó. Wólfram Schultz plantó electrodos en las zonas del cerebro de unos macacos donde se agrupaban las células dopaminérgicas. Los metió en un aparato que tenía dos luces y dos cajas. Una luz indicaba que la comida se podía encontrar en la caja ubicada a la derecha, la otra indicaba que estaba en la caja del lado izquierdo. A los macacos les llevó tiempo entender la regla, aunque cuando encontraban comida, las células dopaminérgicas se activaban. Cuando entendieron las señales y fueron por la caja correcta el momento de la liberación de dopamina pasó de activarse cuando descubrían la comida a hacerlo cuando veían la luz. La nueva conclusión fue que la actividad dopaminérgica no es un marcador del placer. Es una reacción a lo inesperado, lo posible y la expectación

Como seres humanos experimentamos una descarga de dopamina a partir de sorpresas parecidas y prometedoras. Pero cuando estas cosas pasan a ser periódicas, la novedad desaparece, así como la descarga de dopamina. Cuando conseguimos lo que queremos, ya no es tan agradable como esperábamos. El entusiasmo dopaminérgico (es decir la emoción ante la expectación) no dura eternamente, porque con el tiempo el futuro se convierte en el presente. El misterio emocionante de lo desconocido pasa a ser la aburrida familiaridad de lo cotidiano. La pasión aumenta cuando soñamos con un mundo de posibilidades y desaparece cuando nos enfrentamos a la realidad. Son meramente expectativas.