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Porque hablar de donación de órganos

Mayela Pulido

Porque es hablar de la vida, no de la muerte, es la razón por lo que es tan importante hablar de este tema.
De esta manera, tu familia sabrás que estás dispuesto a ser donante y podrá respetar esa decisión con llegue el momento.
Habla con tu familia, da vida, da esperanza.
Definitivamente no hay palabras para describir este acto, simplemente es volver a nacer.
Es un acto de amor puro que puede cambiar una vida. Un órgano donado, es más que una segunda oportunidad, es un futuro lleno de esperanza y de amor.
Es la conexión entre el donante y receptor, es un lazo inquebrantable de vida y gratitud. Son dos almas unidas por el regalo más grande y maravilloso.
Es por eso que a un trasplante de un órgano también es llamado un milagro, pues es el regalo que cambia todo, es darle un giro total a la vida.
Te lo digo desde el corazón, con una gran certeza de quienes lo han vivido o de quienes están involucrados.
Hablando en específico, un trasplante renal la mayoría de las ocasiones la vida es atada a una máquina que sustituye la función del riñón.
Ahí se van los sueños, la vitalidad, el disfrutar el día a día con miedo al futuro.
Cuando llega ese milagro de un riñón donado de esa persona que con un acto de amor puro e inmenso, les regresa la vida otra vez.
El camino no fue fácil, hubo momentos inciertos, un miedo que helaba el alma, antiedad, dudas…
Pero en cada paso, el amor incondicional y la esperanza llena de luz los mantiene de pie.
Son tan importantes todas las historias de vida, tantas personas en esas interminables listas de espera que al recibir ese regalo de vida, los llenan de gratitud. Pues cada lágrima y cada sonrisa se transforman en amor por ayudar a quienes no han tenido ese milagro.
Esas vidas regaladas vuelven a nacer, son vidas que esperan con el corazón latiendo una segunda oportunidad.
Qué porque les digo todo esto?
Porque me volví una incansable promotora de la donación de órganos.
Les platicaré parte de mi historia de vida, como las miles de estas que hay en nuestro México, en nuestro mundo…
Esto comienza hace treinta y dos años, soy como tantas mujeres que se casan para formar una familia y ser “felices”
Al principio todo fue así, me casé tuve mi primera hija y todo era como lo soñamos…
Tres años después llegaron a nuestra vida unos gemelos, todo parecía ser perfecto y mucha alegría.
Dos meses después de este nacimiento, la vida nos da un giro de trescientos sesenta grados, todo cambia en un instante y con esa juventud e inexperiencia esa vida “feliz” se vuelve un caos.
Los gemelos enferman de neumonía, que momentos más difíciles…
Ese fue el principio de una vida llena de miedos, incertidumbre, angustia y muy lejanos de pensar o de imaginar en donación de órganos y trasplantes.
Después de buscar respuestas en muchos lugares, no las encontramos.
La falta de conocimiento y la falta de especialistas en nuestro estado era casi nula.
Llenos de angustia nos enviaron a CDMX a un hospital de pediatría donde era la única opción para saber qué pasaba.
Llegamos con ese par de pequeños en brazos, con toda la esperanza y fe de que todo estaría bien!
Al recibirlos los médicos nos dijeron:
Este es un hospital de alta especialidad, se les harán unos primeros estudios y determinaremos si son candidatos a ser pacientes de este lugar… se quedaron quince días internados, nos dicen: los niños son nuevos pacientes de este hospital.
Llenos de dudas los estuvimos llevando a sus consultas y a sus seis meses de edad nos dan un diagnóstico:
Los niños tienen una enfermedad Crónica, Degenerativa e Incurable, palabras fuertes que se quedaron grabadas en mi mente y en mi corazón…
Un síndrome nefrítico del primer año, me enfoqué en esas palabras y pensaba: Crónica - jamás se van a aliviar.
Degenerativa - morirán lentamente.
Incurable - muerte
Han pasado treinta y dos años y siguen viviendo y con una gran calidad, con sus cuidados y limitantes si, pero vivos y haciendo una vida casi perfecta, como la de cualquier joven de su edad.
Si yo hubiese sabido esto que ahora se, no hubiera sufrido y llorado por no tener el conocimiento suficiente.
He aprendido todas las lecciones y bendiciones que te ofrece esta enfermedad, el solo saber que pueden tener dos o tres oportunidades de vida, de seguir soñando, de seguir confiando, de tener esperanza, pero sobretodo de tener una gran fe, un acercamiento a Dios y a ponernos en sus manos.
Nuestra vida cambió para bien, porque cada día estoy consciente de la fragilidad del ser humano, de que somos tan pequeños en el universo y tan grandes ante los ojos de Dios.
Mi vida cambió para que yo fuera más espiritual, crecer y tratar de ser un ser humano diferente cada día!
Lucho porque las personas que están en esta situación, no sufran y no sea tan difícil como lo fue para mí.
Mi esposo, mi hija más pequeña y yo somos donantes en vida, un pedacito de nosotros están en el cuerpo de ellos y siguen viviendo, no solo con calidad también con humildad y agradecimiento.
Yo pude donadora compatible y me hace muy feliz.
Pero quienes sin saber a quién le cambiaron y mejoraron su vida, son verdaderos ángeles pues hicieron el acto de amor más grande y generoso que puede hacer un ser humano por otro.
Hagamos que la esperanza sea más fuerte que el miedo. Acompañemos y honremos a quienes han recibido el milagro de un trasplante.
Y si tú piensas en donar o quieres saber más de este tema, infórmate no tengas miedo a ayudar a un desconocido, pues después podría ser a un ser querido, porque la vida cuando se comparte, no solo se multiplica se vuelve eterna en cada latido que se salva!
Hablando con el corazón, aprendí a ponerme en manos de Dios y tener una fe que pareciera que no existe.

Piénsalo, tu puedes ser ese héroe por la vida!