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La Voz que Transforma: Derechos de las Mujeres, Generaciones y el Mensaje de Fátima Bosch

“Alcemos la voz para aquellas que no pueden hacerlo; hablar fortalece, callar mata.” — Malala Yousafzai

Malala Yousafzai, activista paquistaní y Premio Nobel de la Paz más joven de la historia, es un símbolo global de la lucha por la educación de las niñas y los derechos de las mujeres. A los 15 años sobrevivió a un atentado del Talibán por defender públicamente el derecho de las niñas a estudiar. Desde entonces, se ha convertido en una de las voces más influyentes del mundo contra la violencia, la discriminación y el silenciamiento femenino.
“Porque tengo voz”. Con esta frase, repetida con firmeza por Fátima Bosch Fernández tras vivir un episodio de injusticia y humillación dentro del certamen internacional, no solo respondió al intento de silenciarla: se convirtió en un símbolo contemporáneo de la resistencia y la dignidad de las mujeres. Su Victoria en Miss Universo 2025 no representa únicamente un triunfo individual, sino el eco moderno de una lucha histórica que ha cruzado fronteras, generaciones y culturas: la conquista de los derechos de las mujeres en el mundo y, muy especialmente, en México.
A nivel global, la lucha por los derechos femeninos comenzó a tomar forma política a finales del siglo XIX. En 1893, Nueva Zelanda se convirtió en el primer país en reconocer el derecho al voto femenino. En 1920, Estados Unidos aprobó la Enmienda XIX. En América Latina, Ecuador reconoció el voto femenino en 1929, Brasil en 1932, Argentina en 1947 y México en 1953.
En México, la lucha por la igualdad ha venido acompañada de hitos fundamentales: en 1974 se reforma el artículo 4º de la Constitución para establecer la igualdad entre mujeres y hombres; en 2007 se publica la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia; y en 2019 se incorpora la paridad total en todos los órganos del Estado.
En este marco histórico se inserta la figura de Fátima Bosch. Su experiencia, al enfrentar la injusticia y alzar públicamente la voz, refleja el espíritu que caracteriza a las nuevas generaciones de mujeres: conscientes, informadas y determinadas a no permitir abusos de poder. Al pronunciar “porque tengo voz”, Fátima se sumó a una larga tradición de resistencia.
Las mujeres de antes lucharon desde la prudencia; las mujeres de hoy luchan desde la voz, la denuncia y la presencia. La Generación X abrió brecha; las millennials cuestionaron desigualdades profundas; la Generación Z —a la que pertenece Fátima— ha puesto la visibilidad y la denuncia en el centro de sus causas.
En este contexto, el Mes Naranja adquiere una importancia especial. Desde 2008, la campaña mundial ÚNETE, impulsada por la ONU, establece cada 25 de mes como un día para alzar la voz contra todas las formas de violencia hacia las mujeres. Noviembre se ha convertido en un mes emblemático para promover acciones institucionales y recordar que la igualdad no existe mientras persista cualquier forma de agresión o silencio impuesto.
La frase de Fátima Bosch — “Porque tengo voz”— encarna a la perfección el espíritu del Mes Naranja: un llamado urgente a no callar frente al abuso, las violencias y la injusticia. Su historia recuerda que la lucha por los derechos de las mujeres no se limita a leyes o fechas históricas: también se escribe en actos cotidianos de valentía, en cada mujer que decide denunciar y romper el silencio.
“Cuando una mujer alza la voz, todas ganamos libertad”

Doctora en Administración Pública y Coordinadora del Proyecto de Investigación sobre Inclusión y Equidad