Skip to main content

¡Romper barreras, construir empatía!

Sria. Bennelly J. Hernández Ruedas.

Cada 3 de diciembre recordamos el valor, la dignidad y la fuerza de millones de personas cuya voz muchas veces sigue siendo ignorada, quienes viven con discapacidad.
Las personas con discapacidad son, ante todo, seres humanos capaces, plenamente merecedores de oportunidades.
Sin embargo, su camino es con frecuencia cuesta arriba; vivir en un entorno que no está acondicionado a sus necesidades, como espacios públicos sin rampas, transporte inaccesible, servicios educativos y de salud poco adaptados, que los obligan a adaptarse constantemente.
Esa adaptación no nace de debilidad, sino de una fortaleza interior formidable; día tras día van construyendo su camino, venciendo barreras físicas, pero también sociales, como una prueba de resiliencia que merece respeto, admiración y, sobre todo, acción.
Para muchas personas con discapacidad, la lucha pasa por más que la movilidad o las barreras arquitectónicas; enfrentan prejuicios, discriminación, desconcierto o incluso rechazo.
En México, según datos de 2023 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), alrededor de 8.8 millones de personas de cinco años o más, viven con alguna discapacidad, es decir, cerca del 7.2% de la población en ese rango de edad.
Entre las limitaciones más comunes reportadas están las dificultades para ver (incluso con lentes), o para caminar, subir o bajar usando las piernas.
Es lamentable que tener una condición diferente, sea visto por una parte de la sociedad como sinónimo de incapacidad. Una visión que limita sus posibilidades, ya que repercute en menos oportunidades laborales, acceso restringido a educación, exclusión en espacios sociales. Además, la hostilidad no solo se manifiesta con insultos, sino con silencios, indiferencia e ignorancia.
Ser una sociedad inclusiva no es solo cuestión de leyes o infraestructura; también se empieza por adquirir actitudes, empatía, entre otros pequeños gestos cotidianos, para reconocer la dignidad de las personas con discapacidad y su derecho a participar plenamente.
Son muchas las formas que podemos adaptar en nuestra vida para fortalecer la inclusión; como es el uso de lenguaje respetuoso, evitando términos denigrantes; tratar con cortesía, paciencia y consideración, al escuchar y preguntar cómo pueden sentirse cómodos; promover espacios con accesibilidad universal, que consideren las distintas formas de movilidad, visión, audición o comunicación.
Al remover prejuicios, derribamos barreras, no solo físicas, sino mentales; al construir una sociedad más justa, en la que las diferencias no sean vistas como obstáculos, sino como parte de la riqueza humana.
Si queremos avanzar y aspirar a convertirnos en una sociedad más humana, digna e inclusiva, debemos ser conscientes, sensibles y responsables.
Extender la mano, ofrecer espacios, abrir el corazón y cambiar nuestro modo de ver. Porque apoyar con respeto y dignidad a quienes tienen capacidades diferentes, no los hace menos, nos hace más completos, más humanos.
Hoy, 3 de diciembre, celebremos su fuerza, visibilicemos sus necesidades, defendamos sus derechos. Que la inclusión deje de ser un ideal para convertirse en realidad. Una llamada urgente a mirar, a reconocer y a transformar lo que como sociedad falla en incluir.

Correo electrónico:
bennelly.hernandez@zacatecas.gob,mx