LA GENERACIÓN PERDIDA
Por: Isadora Santivañez Ríos
En la política los cambios son constantes y las transiciones de poder resultan ser algo complicadas en el proceso, sin embargo, necesarias en la práctica y en el desarrollo de la vida democrática de nuestro país. Debemos celebrar la transición democrática que implica la incorporación de diversos actores dentro de la esfera pública, quienes pueden darle un mayor dinamismo y una adecuada reestructuración a la vida política, social y económica de nuestro Estado. Los cambios dentro del poder suelen representar una gran oportunidad para generar una amplia gama de oportunidades cuando estos son bien aprovechados y procuran la incorporación de los mejores cuadros y los más capacitados.
La búsqueda del poder por el poder lleva a los diversos actores políticos consolidados dentro de la esfera pública a acaparar espacios y cerrarle el paso a otras expresiones que no forman parte de los acotados grupos de influencia de quienes se encuentran al mando de un Partido o grupo político específico, lo que ha llevado a diversos jefes políticos a formar los llamados “clubs de Toby”, en donde únicamente los amigos o allegados pueden gozar de los privilegios del poder y logran acceder a los diversos espacios de representación popular.
Sin embargo, estos ascensos nada tienen que ver con las causas ciudadanas ni la defensa de ideales específicos, no están relacionadas al trabajo social y mucho menos a la defensa de los grupos vulnerables, lo que provoca que los políticos que acceden a los diversos cargos apadrinados por sus jefes políticos, no cuenten con la sensibilidad necesaria para lograr un acercamiento natural con la ciudadanía, provoca que accedan al poder quienes no tengan la experiencia ni el conocimiento del México real, del que sufre, del que padece, del que tiene hambre, necesidades y una gran cantidad de carencias.
No conforme con eso cierra el paso de manera contundente a las nuevas generaciones de jóvenes que desean incursionar en el ámbito político y que no se les otorgan las oportunidades necesarias para hacerlo, dificultan el camino para quienes desde abajo desean picar piedra y lograr un crecimiento profesional dentro de la esfera pública, pero también luchan y defienden causas sociales, a las cuales desean darles solución desde los espacios de toma de decisión y de mando para lograr modificar los programas de gobierno y las políticas públicas necesarias para cumplir objetivos específicos que arropen a grupos sociales determinados y que se encuentran en lamentable condición de vulnerabilidad.
Son las generaciones de jóvenes políticos las que se encuentran truncadas por los llamados cotos de poder, son las juventudes las que no logran crecer profesionalmente hablando cuando la estafeta va cambiando de grupo político en grupo político sin dar paso a quienes no son dueños de una membresía o un apellido.
Son los jóvenes quienes, con gran ilusión, ímpetu y trabajo se esfuerzan por ser tomados en cuenta cuando generalmente lo único que pasa es que son utilizados por los políticos de siempre, que cambian de color, partido y hasta de ideología cada que a conveniencia resulta necesario para mantener sus privilegios a costa de la labor y el sacrificio de quienes vienen atrás de ellos con la ilusión de literalmente cambiar al mundo.
Los jóvenes deben ser reconocidos, representados y respaldados, es necesario impulsar el trabajo de quienes forman parte de las nuevas generaciones, porque el que le apuesta a la juventud nunca se equivoca, le apuesta al dinamismo, a la innovación, a las causas, al entusiasmo y al impulso de nuevos proyectos.
No podemos permitir que las juventudes actuales se conviertan en generaciones perdidas de hombres y mujeres que se vieron truncados en el intento de mejorar las condiciones de vida de nuestra sociedad, de poner su granito de arena para transformar de manera positiva las condiciones sociales y económicas de los más necesitados, es imperante que sociedad y gobierno dejen de simular el respaldo para los jóvenes y corten de tajo los a padrinazgos políticos que de manera sínica y descarada buscan la forma de heredar el poder a sus consanguíneos o correligionarios, es tiempo de los jóvenes, es tiempo de una verdadera trasformación.