Skip to main content

Lucila Noemí
CUANDO UNA MUJER AMA A UN HOMBRE HERIDO

Si un hombre no recibió respeto ni afecto de su padre cuando era niño,
a menudo crece creyendo que, sin importar cuánto haga, nunca es suficiente.
No lo suficiente para ser visto.
No lo suficiente para ser valorado.
No lo suficiente para ser amado.

Entonces, cuando una mujer entra en su vida,
llenándolo de atención, ternura y entrega,
él puede no saber cómo recibirlo.

No porque ella esté haciendo algo mal,
sino porque su niño interior aún resuena con el silencio de un padre ausente.

Y entonces ella intenta más.
Ama más.
Se entrega más.
Pensando:
"Si le doy un poco más, tal vez por fin se sienta seguro.
Tal vez por fin se sienta amado.
Tal vez… por fin me vea."

Pero en ese intento…
ella comienza a desaparecer.
No ante él.
Ante sí misma.

Va perdiendo pedazos de su alegría, de su brillo, de su paz…
intentando sanar heridas que no le pertenecen.
Intentando dar un amor que nunca termina de ser recibido,
porque cae en un vacío emocional que él aún no ha sanado.

Querida mujer:
Esto no es tu fracaso.
Esto no dice nada sobre tu valor.
No eres “demasiado” ni “insuficiente”.
Estás amando a alguien que aún no ha aprendido a amarse a sí mismo.

Y tu cuerpo lo sabe.
El cansancio. El estrés. La ansiedad.
Esa presión en el pecho o el nudo en el estómago que te dice que algo no está bien, aunque tu corazón quiera creer que sí.

Tu cuerpo siempre sabe cuando tu corazón está dando demasiado,
muy rápido, muy seguido.

Querido hombre:
Ella no es solo tu pareja.
Es tu espejo. Tu refugio. Tu hogar.
Pero no puede seguir sacrificando su alma para sanar la tuya.

Tienes que hacer el trabajo.
Por ella.
Pero, sobre todo… por ti.

Sana al niño dentro de ti que necesitaba validación.
Abrázalo. Perdónalo. Ámalo.

Porque cuando sanas, dejas de sangrar sobre la mujer que no te hirió.

Su amor no está hecho para arreglarte—está hecho para crecer contigo.

Haz que tu presencia sea su paz.
Que tu sanación sea su alivio.
Que tu crecimiento sea la base de un amor que ya no duela.

Porque cuando un hombre sana… su amor se vuelve medicina.
Nutriologa