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¡Ya llegó el Día de Muertos!

Sria. Bennelly J. Hernández Ruedas

Hay fechas que no necesitan recordatorios en el calendario, porque viven en el corazón. Una de ellas es el Día de Muertos, una de las tradiciones más bellas y profundas de México, en la que honramos la memoria de quienes se han adelantado en el camino, pero que siguen presentes en nuestras vidas a través del amor, las enseñanzas y los recuerdos imborrables que nos dejaron.
Hablar del Día de Muertos es hablar de identidad, raíces y familia. Es ese momento en el año en que el color, el aroma y la nostalgia se entrelazan para rendir homenaje a los que ya no están físicamente, pero que nos siguen acompañando con sus risas, sus consejos, sus abrazos y, sobre todo, con su amor.
Porque en cada altar, se conservan artículos que portan una esperanza de reencontrarnos simbólicamente con ellos, de decirles que seguimos recordándolos, que su legado sigue siendo guía y motivo para continuar.
En nuestro país esta tradición tiene una fuerza especial, somos un pueblo que honra la vida a través de la memoria, que entiende que la muerte no es un final, sino una transición, un ciclo que se renueva cada año cuando las familias se reúnen a adornar las tumbas, a colocar ofrendas o simplemente a compartir anécdotas de quienes marcaron nuestra historia personal.
Por eso, cada 1 y 2 de noviembre, los cementerios se llenan de flores, música y cariño; se transforman en lugares de encuentro, donde el silencio se mezcla con la conversación, la nostalgia con la alegría y el respeto con la celebración.
Con ese espíritu de identidad y orgullo, desde el Gobierno del Estado de Zacatecas se ha impulsado un año más el “Festival Día de Muertos”, una celebración que nos invita a vivir nuestras tradiciones, a disfrutar del arte, la cultura y el color que dan vida a esta conmemoración.
Durante estos días, la ciudad se viste de flores de cempasúchil, de altares majestuosos, de tapetes de aserrín y de decoraciones alusivas que llenan de luz cada rincón. Además, el festival ofrece actividades increíbles que atraen tanto a zacatecanos como a visitantes; el tradicional desfile alegórico, donde la creatividad y el talento local, así como del estado invitado que esta ocasión es Veracruz, se unen en carros decorados, catrinas monumentales y comparsas que recorren las principales calles.
Los “cuenta leyendas”, que transforman plazas y callejones en escenarios vivos donde las historias del Zacatecas antiguo vuelven a cobrar vida; la decoración de plazas y callejones, que llenan de arte y reflexión el aire de las noches otoñales; y por supuesto, el alegre momento en que los niños salen con entusiasmo a las calles a recitar el característico y coloquial “el muerto pide camote”, para salir a pedir el “muertito”, una tradición que despierta sonrisas y mantiene vivo el espíritu del compartir.
Cada detalle del festival es una muestra del respeto y cariño que los zacatecanos tenemos por nuestras costumbres. Porque el Día de Muertos no solo es un ritual, es un símbolo de unidad. Nos une como sociedad, como familias, como pueblo que sabe mirar al pasado con gratitud y al futuro con esperanza.
Es, también, un recordatorio de que debemos valorar cada momento, cada abrazo y cada palabra de quienes aún caminan con nosotros. Hacer una pausa en nuestras rutinas y visitar los panteones, llevar flores a nuestros seres queridos, para dedicarles un pensamiento, un canto, una oración.
Porque siguen siendo parte de nuestra historia y; porque el amor verdadero no conoce de distancias ni de tiempos, es perpetuo.
El Día de Muertos nos enseña a mirar la vida con otros ojos, para entender que lo importante no es cuánto dura, sino cómo la vivimos y con quién la compartimos.
Por eso, este 1 y 2 de noviembre, llenemos de color, música y amor nuestros hogares y nuestras calles, que Zacatecas siga siendo ejemplo de orgullo y tradición, de respeto por nuestros ancestros y de alegría por la vida.
Correo electrónico:
bennelly.hernandez@zacatecas.gob,mx