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MIEDO AL PASO DEL TIEMPO
Psicóloga Maira Gallegos

La experiencia es una de las causas del éxito o el fracaso. No sufrimos el impacto de nuestras experiencias llamadas traumas, sino que las adaptamos a nuestros propósitos.
Alfred Adler.
Para quien tiene miedo, todo son ruidos.
Sófocles.

Temer al paso del tiempo. ¿Habías escuchado esto antes? Pues existen personas que no quieren mirar hacia adelante porque tienen miedo de lo que pueda venir. Es una actitud casi adolescente. Todos los momentos son buenos (pasado, presente y futuro) porque son nuestros. Cada uno llena de momentos su día, su vida, con actividades y proyectos que motivan a vivir mejor o tener mejor calidad de vida. Todos tenemos días de veinticuatro horas y cada quien administra de manera diferente su tiempo. Usar el tiempo a favor nuestro hace que seamos productivos.
Algunos problemas de personas respecto al tiempo son los siguientes: viven demasiado en el pasado, son personas nostálgicas, su presente no les es tan agradable e idealizan el pasado como mejores etapas. No tienen tiempo, y esto es porque no han aprendido a priorizar. No todo es igual de importante. es necesario poner orden a las actividades para que, de este modo el tiempo actúe a nuestro favor. Tener tiempo de sobra, en muchas ocasiones es falta de sueños y proyectos. “No sé qué hacer” o “tengo que matar el tiempo” son frases comunes de personas que les sobra el tiempo. Es cuestión de poner un proyecto en marcha.
Es necesario tener planes y llevarlos a cabo de manera organizada, así se logrará aminorar el temor al paso del tiempo sin haber tenido logros. Hay muchas cosas que tal vez en el pasado no se pudieron concretar, se puede aprovechar entonces para poder realizarlas mientras se tenga vida.
Mucha gente atraviesa por problemas o situaciones que de momento se ven enormes, pero si se piensa que con el paso del tiempo somos capaces de resolverlo, lo veremos como no tan grave. Es cuestión de percepción.
A lo largo de la historia la humanidad se ha enfrentado a situaciones y episodios extremadamente graves que traían consigo vulnerabilidad y rupturas emocionales. Fueros situaciones colectivas, como guerras, epidemias o terremotos, o también individuales, como accidentes, abusos de diferentes clases y enfermedades. Estas situaciones derivan posteriormente en el individuo y en sus generaciones posteriores, en un vivir con miedos. La forma de reaccionar a estas situaciones, ya sea individual o colectivamente es muy variada: resignación, abandono, indignación, enojo, rabia, ira, inconformismo, desánimo o fuerza interior para poder recuperarse. Por eso es importante el esfuerzo que se haga para vencer cada miedo en la mente, real o imaginario.
A lo largo de las diferentes etapas de la vida todos experimentamos miedo y es importante sentirlo ante los peligros reales, ya que nos da ventaja de huir o atacar. Esto nos alerta y nos permite abrir los ojos para poder sobrevivir. Pero también existen miedos que no son reales y, aun así, se van consolidando o afianzando a lo largo del tiempo.
Especialistas en psicología evolutiva mencionan que a lo largo de la vida se van teniendo una serie de miedos, diferentes en cada etapa, en términos generales. En los bebés los miedos son innatos y son a los ruidos fuertes y a objetos que se acercan rápidamente. Tenerlos en brazos y acariciarlos les da calma y seguridad. A los dos o tres años, además de los anteriores miedos se le suma el miedo a la separación. por esta razón no se dejan tomar por desconocidos, además que identifican perfectamente a mamá y papá (no quieren separarse de ellos) o personas cuidadoras de ellos. También temen a los animales debido a sus movimientos y ruidos. A los tres o cuatro años, además del miedo a animales, desconocidos y ruidos también tienen miedo a la oscuridad y a quedarse solos, porque saben que dependen de los demás. Temen a seres imaginarios como fantasmas y mounstros, también a las tormentas, ya que no distinguen la realidad de la fantasía. Es curioso que estos miedos son los que más persisten en el tiempo. De los siete hasta los once años siguen presentes los miedos a los fantasmas, aunque los otros empiezan a desaparecer. Ahora los principales miedos son en los ámbitos escolar y familiar, específicamente a: ser ridiculizados, las exigencias de los padres, el rechazo (confunden crítica con rechazo). Por ello es importante hacerles sentir siempre que son amados y protegidos, elogiar sus logros y enseñarles a tener fe en sí mismos.
Entre los principales miedos de los adolescentes están el miedo a no tener una identidad, la desaprobación de sus iguales y miedo al futuro. Para que los adolescentes no sean presa de estos miedos hay que evitar ridiculizarlos, alentarlos siempre (sin empujarlos u obligarlos) a hacer algo que teman hacer. Los adultos deben poner el ejemplo, ya que el miedo como el valor se contagian. No hay que sobreprotegerlos ni transmitirles nuestros miedos.
Conforme pasa el tiempo y se llega a la etapa de la adultez algunos miedos desaparecen y otros permanecen. La mayoría le tiene miedo a enfermar, morir o perder una persona cercana, quedarse solo, perder el trabajo, ser robado o asaltado, no ser amado, envejecer, hacer el ridículo, entre otros.
El miedo a situaciones que no son reales implica un desgaste de energía que se puede estar utilizando en perseguir sus metas y objetivos. Si bien se viven épocas difíciles o complicadas y es necesario tomar algunas precauciones respecto a la seguridad personal, no se puede vivir con miedo permanentemente a lo que nos pueda pasar. Hay miedos que son normales, pero el problema surge cuando ya en la etapa adulta se aferra a miedos que paralizan e impiden avanzar. Estos se vuelven miedos tóxicos que no permiten funcionar con normalidad y empujan a situaciones como:
Recordar un acontecimiento con todos los detalles; por ejemplo, personas que se la pasan contando como sus padres les pegaban por diversas situaciones o pagaban los platos rotos de los adultos. Viven como si esta fuera su tarjeta de presentación.
Suprimir o bloquear en la mente un trauma vivido; se evita tener dolor emocional. Elimina las emociones negativas relacionadas al hecho. Olvida lo que le ocurrió o deja los detalles de lado sin mostrar sentimientos. Este es un mecanismo conocido como disociación, donde se suprime (y se reprime) la emoción causada por la experiencia traumática.
Experimentar sentimientos de hipervigilancia; gente que sufre robos agresivos o violentos, ataques a su persona, por un tiempo al menos experimenta hipervigilancia: mira para todos lados desconfía y no logra relajarse. En estos casos es necesario buscar ayuda profesional para evitar que se convierta en paranoia y persecución permanente.
Tener imágenes mentales del hecho repetitivamente; esto se conoce como flashback. La persona vuele a ver y sentir en su mente el hecho traumático que vivió, ya sea despierto o dormido. Puede incluso estar en medio de actividades cotidianas y de pronto y sin previo aviso aparecen las imágenes de la experiencia negativa y siente el mismo dolor emocional que cuando lo vivió. Esto origina más miedos irracionales y sobre todo a que el hecho se repita. Cualquier cosa puede ser un disparador de imágenes (personas, olores, lugares, canciones, fechas, etc.).
Ver un futuro sombrío; los miedos irracionales no permiten ver un mejor mañana. Esta forma de pensar está relacionada con una baja estima, además reduce las defensas del organismo, por lo que es más probable que la persona se enferme físicamente. Esta actitud aleja a los demás de nuestro lado y atrae más de lo mismo.