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TUNAS CARDONAS
Genaro Borrego Estrada
Ya han pasado varios días, y con lo vertiginoso del tiempo y el cúmulo de acontecimientos de enorme interés mediático, se comienza a diluir el terrible impacto de la tragedia atroz ocurrida en una escuela de Monterrey.
Conviene que se nos borren las estrujantes imágenes de los hechos, pero no así el fuertísimo mensaje que significan para todos los que somos padres, o abuelos, o maestros, o miembros de esta sociedad mundial y mexicana contemporánea.  A mis paisanos zacatecanos van dirigidas estas breves líneas escritas todavía con dolor pero también con esperanza.
Estoy convencido que quien puso en la mochila el arma aniquilante, quien apuntó a los compañeros de clases y a la maestra, quien puso el cañón de la pistola en el rostro de quien la portaba fue el ominoso personaje de nuestro tiempo:  el que todo lo destruye; el que amarga la existencia; el productor de la angustia infeliz; el que hiere los corazones de los jóvenes y perturba su mente adolescente.  Ese es el verdadero causante de la puberta sangre derramada.  Se llama DESAMOR. La carencia que mata. Recibamos el triste mensaje de lo ocurrido en una escuela de Monterrey.
Hasta la próxima.

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