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Sabino Luevano
Las virtudes de la comedia como categoría política: el caso AMLO.

En estos tiempos electorales del 2018, hace poco Manuel Espino, prominente panista, en una entrevista argumentaba que ha visto un cambio en López Obrador, que admira su terquedad y que ya no lo considera un “peligro para México”. Estas declaraciones no son sólo oportunismo político. Si se analizan los discursos de Obrador desde que inicio a competir por la presidencia de la república hace 12 años, se puede observar un cambio profundo. Podríamos utilizar términos literarios para comprender el cambio político. Digamos que el López Obrador de hace 12 años, y que persistió en su metodología en la pasada y truculenta elección, era un personaje épico y, por lo tanto, destinado a la tragedia. Sus frases políticamente incorrectas, sus arranques de furia, su manera temperamental de responder a ataques o críticas, fueron la tumba que él mismo cavó y que sus contrincantes se encargaron de enterrar. Aquel AMLO no tenía el más mínimo sentido del humor: era un AMLO rabioso, terco, sentimental, sujeto a sus impulsos épicos en una auto-concepción mesiánica de cambio. Su lema debió haber sido: AMLO o la nada.
Ese AMLO tuvo que aprender de dos derrotas. Ahora es un AMLO que se muestra mesurado, abierto al diálogo, que ya no divide el espectro político entre el Yo (el supremo) y el ello (la mafia en el poder). Este AMLO es un AMLO que ha hecho del humor estrategia política y ha renunciado al tesón épico, que se transforma pronto en odio. Antes las invitaciones del gobernador de Veracruz a debatir, AMLO cerró el asunto con un “no debato con Yunes porque me roba la carterita”. Ante los infantiles ataques del PRI argumentando la injerencia rusa, MORENA ha hecho toda una serie de spots paródicos al respecto y AMLO ha confeccionado un chaleco donde se presenta como Andrés Manuelovich. Lo interesante de esta estrategia es que, por un lado, desactiva las payasadas del PRI y, por otro, lo acerca más a los jóvenes. Hace 12 años millones de mexicanos tenían 12 años. Hoy tienen 24. Al parecer son los jóvenes el brazo fuerte de López Obrador. Vamos a ver si esta vez sí funciona. Según las encuestas está funcionando.

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