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Miscelánea

PRESIDENTE ESTADISTA

Aquiles González Navarro

En la vorágine de la excitación, pletórica de emoción por la oportunidad que la vida le da para darse a conocer, para hacer y tener historia y envalentonada por sus compañeros de bancada, la panista Diputada Federal Adriana Dávila, motiva a los legisladores que la rodean a gritar al unísono su estampida de guerra: ¡Que renuncie el gabinete de seguridad, que renuncie Alfonso Durazo, pero principalmente que renuncie el Presidente López Obrador!
La causa de su exigencia le motiva vergüenza cívica: El Gabinete de Seguridad encabezado por el Presidente López Obrador han dejado en libertad “al hijo del chapo”, informa a los legisladores. Los motivos sociales y políticos que López Obrador tuvo para hacerlo no le importan. “La rendición del Estado frente al narcotráfico” sí, dice y se apresura a gritarlo para que se constate su elocuencia, aunque no su congruencia y menos su sapiencia
¿Tendrá conocimiento el grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, exigente de la renuncia, que en 1940 el Presidente Lázaro Cárdenas del Río despenalizó la cannabis o marihuana con varios fines: medicinal, utilizando el extracto de tetrahidrocannabinol que se presenta en las hojas; en la industria del vestido y del papel con la fibra del cáñamo; en cosméticos y alimentos aprovechando las semillas y lúdico, desde luego reglamentado?
Pero fundamentalmente para evitar el trasiego de armas de los Estados Unidos hacia México a cambio de marihuana.
¿Sabrán los parlamentarios que el gobierno de los Estados Unidos se opuso a la despenalización y suspendió la entrega de vacunas contra la polio y viruela si el gobierno cardenista no abrogaba la ley y retornaba al camino de la prohibición en que nos encontramos hoy? El Partido Acción Nacional fue complaciente con el gobierno norteamericano.
Importándole más la niñez mexicana que el orgullo, Lázaro Cárdenas cedió y abrogó el decreto que despenalizó el cannabis. Al fundar el Instituto Politécnico Nacional expresaba: “Sin ciencia ni tecnología no hay soberanía”.
Los hechos de fin de semana ocurridos en Sinaloa me hicieron recordar que en 1942, precisamente en esa entidad, el gobierno de los Estados Unidos promovió una campaña con el slogan: “Cáñamo para la victoria”, motivando a los campesinos sinaloenses a la siembra del cáñamo. Estados Unidos proporcionaba la semilla y pagaba adelantado a los campesinos, siendo su intención lograr para 1943, 3,500 hectáreas de cultivo.
Estados Unidos utilizó los derivados del cannabis en la segunda Guerra Mundial: la fibra en paracaídas, vestido y casas de campaña, las semillas en alimento y el tetrahidrocannabinol para dar “coraje y ánimo” a sus soldados. Sinaloa quedó marcado como lugar de producción de estupefacientes.
LA EVOLUCIÓN DEL PRESIDENTE AL ESTADISTA:
¿Cómo dejar en libertad al hijo de uno de los más grandes narcotraficantes que cuenta con orden de aprehensión por parte del gobierno de los Estados Unidos y con efectos de extradición en caso de su detención en México? Tal vez pensó el Presidente en tanto que las calles de Sinaloa se habían convertido en un auténtico “campo de guerra”.
Videos donde se observaba a niños parapetados entre las llantas de los vehículos y sus padres tirados en posición de protección de sus pequeños.
Tal vez recordó el Presidente que el origen de la situación de guerra interna que padece México, lo es el desquiciamiento intencional provocado por los Estados Unidos con la implementación de su “teoría de la Seguridad Nacional” que consiste precisamente en generar el caos. Hecho esto hace arribo el Comando Norte o el Comando Sur de aquel país para ofrecer ayuda militar.
Seguramente hizo memoria el Presidente, pensando que, durante el gobierno de Vicente Fox, un grupo de militares mexicanos fueron adiestrados en la llamada Escuela de las Américas, hoy llamada Para la cooperación Internacional. Paramilitares que regresaron a México durante el Gobierno de Felipe Calderón para formar la organización delictiva zetas.
Con coraje recordó el Presidente al usurpador Felipe Calderón y se lo imaginó firmando el acuerdo México- EEUU, llamado Plan Mérida que permite la intromisión militar y de espionaje del gobierno norteamericano a nuestro país a cambio de “ayuda” para el control de la seguridad pública, con: dinero, helicópteros de combate y espionaje para “detectar” a los grupos delincuenciales.
Al observar en los videos que la famosa arma de combate “Barret 50” era trasladada por delincuentes en las calles de Sinaloa en camiones de tres toneladas, tal vez recordó López Obrador, que tales armas llegaron a México con la operación “rápido y furioso, y con la complacencia y apoyo de Felipe Calderón. Junto con ellas, todo un arsenal de más de 200 mil armas de asalto que se distribuyeron entre los grupos delincuenciales, “para darles seguimiento”, le dijeron al usurpador.
Y el Presidente, convertido en estadista tomó la histórica decisión: La liberación del hijo del chapo Guzmán.
Conocedor de la historia repasó el momento en que Benito Juárez ofreció a los conservadores la libertad de mil de ellos a cambio de uno: de Don Melchor Ocampo. No se aceptó y Ocampo fue fusilado como él pidió: “de pié para estar a la altura de las balas”.
Lázaro Cárdenas en cambio sí logró la permuta: ocho militares alemanes detenidos por espionaje, a cambio del diplomático Gilberto Bosques, asignado a la zona de Lión Francia, colindante con la frontera española. Hecho prisionero por los alemanes luego de salvar a más de 40 mil refugiados españoles. Tal vez lo recordó el Presidente.
Y tomó su decisión: LO dejó en libertad y fue Trump el que perdió, pues la orden de aprehensión era de Juez norteamericano en la pretensión de extradición.
Y recuperó la paz, la seguridad y la tranquilidad de Sinaloa: La arrogancia y la sumisión a los Estados Unidos no valen la pena por ninguna vida de mexicano alguno…seguramente meditó.