Mónica Soto Icaza
Él me mira y en sus pupilas danza
la certeza de mis horas
Su voz madura los frutos de mi cuerpo al nombrarme
Él me toca: sus dedos escriben profecías en las ráfagas del tiempo
Cuando él transita mis peldaños
somos pájaros
Y nuestro aleteo hace arder el agua del mundo.