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LA COSIFICACIÓN DE LA MUJER EN LA POLÍTICA

Por: Isadora Santivañez Ríos

Las mujeres mexicanas iniciaron una lucha por lograr una verdadera inclusión en la vida social de nuestro país desde hace bastantes años, sin embargo, puede manifestarse que su inserción en la vida política inicia en el momento que logran ser reconocidas desde su ciudadanía y se le permite el derecho al voto. Estamos a casi 70 años de haber obtenido este gran avance significativo en la vida político y social de esta nación; sin embargo, es importante señalar que el camino además de largo, ha sido complejo, ya que las barreras sociales y culturales no han permitido generar verdaderas condiciones de igualdad sustantiva de manera concreta.
Contamos con un sin número de ejercicios jurídicos y legislativos, que con el paso del tiempo han permitido concretar grandes metas, pero es importante recalcar el hecho de que las mujeres que participan en la vida pública de nuestro país, principalmente quienes se dedican al ejercicio gubernamental o político, aún deben luchar, día con día contra diversos factores que afectan incluso su crecimiento político y truncan sus aspiraciones.
Una de las principales barreras que debemos romper es la de la cosificación, la cual en términos generales hace referencia al significado de hacer uso de la mujer o de su imagen para finalidades que no la dignifiquen ni como mujer, ni como ser humano. Cosificar a la mujer es reducirla a la condición de cosa, propia de la visión mercantil de una sociedad capitalista que muestra un consumismo basado principalmente en la sexualización de la imagen de la mujer.
La forma más frecuente de cosificación de la mujer es su deshumanización para convertirla en un objeto sexual a disposición del hombre, en donde se le muestra como un ente no pensante que puede ser expuesta, explotada y utilizada al antojo y conveniencia de algunos.
La cosificación es una forma de violencia, incluso en algunos estudios realizados en la última década se ha llegado a la conclusión de que una de las principales causas del enraizamiento de la violencia de género se encuentra estrechamente ligada a la normalización social que hacemos de este tipo de imágenes o mensajes en donde se muestra a la mujer como un objeto o cosa y se realiza de manera tan cotidiana que lamentablemente llegamos a normalizarlo.
Dentro del ámbito político, la cosificación de la mujer también llega a ser un tipo de violencia generalizado que se ha ido normalizando con el paso del tiempo y que poco a poco empieza a ser perceptible para los ojos de la sociedad y de quienes practican la política en nuestro país.
Con la inclusión de la mujer en la vida política de México y con la instauración de las cuotas de género, cada día es más frecuente ver a este sector de la sociedad participar en las diversas esferas de la vida pública y con esto generar una mayor presencia en imagen y acciones, por lo que la tendencia a su cosificación se vuelve cada vez más latente y lacerante.
A las candidatas se les juzga por su imagen y se pone en duda su capacidad y talento para gobernar, legislar o conducir el rumbo de una administración, a quienes se involucran en la vida interna de los partidos políticos se les señala y es común se dude de su credibilidad e integridad como mujeres y a quienes forman parte del sector público se les ve como una imagen que puede ser vendible como un objeto o cosa.
Aunado a esto, a la mujer que participa en la vida política, comúnmente se le ve como a alguien que únicamente es necesaria para llenar un espacio o “cuota”, por lo que buscan dosificar su imagen y reducirla a algo que pueda ser vendible o consumible, marcando la ruta o trayecto de sus carreras políticas y generando un estancamiento en las mismas.
Es por tal motivo que hago un llamado a la toma de conciencia y a la necesidad de generar escenarios que les permita a todos en igualdad de condiciones un crecimiento político, social y profesional, es necesario, absolutamente necesario, concretar la igualdad sustantiva en nuestro país.