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LA DIFAMACIÓN

Por: Isadora Santivañez Ríos

Los procesos electorales traen consigo una serie de campañas alternas o campañas negras que tienen como objeto principal dañar la imagen del contrincante, a través de destacar una serie de acusaciones en su contra que permitan afectar su figura y con esto lograr que la ciudadanía mantenga cierta aversión hacia él o ella, si bien, esto no garantiza que el voto será direccionado a tu persona o a tu candidato, si te permite lograr debilitar a tu adversario, es por tal motivo que, generalmente, este tipo de campañas sucias se destinan a las personas que van arriba en las encuestas o que mantienen cierto margen de competitividad sobre los principales adversarios políticos.
Personalmente, considero que el desprestigio de la política y de los políticos, mucho tiene que ver con este tipo de campañas que lamentablemente se han generalizado en los últimos años y que resultan incluso obligadas para aquellos que se integran a una contienda electoral.
Es lamentable, ver a los equipos de trabajo enfocarse más en cómo dañar al oponente que en resaltar las ventajas y atributos de sus candidatos.
La difamación tiene como objeto principal causar daño a una persona, mediante una acusación que puede perjudicar su honor, dignidad o reputación, es muy sencillo generar este tipo de acciones, ya que lo único que necesitas es que una persona pública funde una declaración falsa que afecte la imagen de alguien, sin embargo, a través de las redes sociales y gracias al uso de los medios digitales, es muy fácil difundir información falsa sin tener una certeza clara del lugar de dónde proviene dicha información, mucho menos de la veracidad de la misma.
Es por tal motivo que debemos enfocarnos en los mensajes de los candidatos, así como en sus propuestas, pero principalmente en su trayectoria, ya que los hechos son los que siempre hablarán por las personas.
Es importante mencionar que muchos actores políticos utilizan la difamación para afectar a sus oponentes, sin embargo, también es común ver a políticos afirmar que todo aquello que se dice de ellos de manera negativa es una falsedad o engaño, es decir, es común verlos negar las acusaciones que se generan en su contra.
Todo esto se vuelve tan cotidiano y recurrente que ocasiona en la población cierta animadversión respecto a los procesos electorales y a todo lo que conlleva la actividad política, no olvidemos que quien participa en la vida pública de nuestro estado y nuestro país se convierte en una figura notoria, que se encuentra expuesta al constante escrutinio de la ciudadanía.
La difamación por escrito se llama libelo y la verbal es conocida como calumnia, una persona puede ser difamada por medio de la conducta o las palabras y en honor a la verdad, resulta ampliamente sencillo difamar a alguien; sin embargo, tiene un alto grado de complejidad el comprobar que una persona ha sido difamada.
Esto se debe, principalmente a que es complicado comprobar el nivel de los daños generados con dicho acto, ya que se tiene que demostrar que ha padecido afectaciones y daños reales a causa de este hecho y el nivel de los mismos.
Por lo que de momento nos corresponde, como ciudadanos, verificar toda la información que llega a través de los medios digitales y corroborar que sea cierta, ya que estamos contantemente expuestos a recibir información falsa o alterada durante los procesos electorales, por lo que los culmino a hacer un análisis real de los candidatos y de sus trayectorias, para determinar de manera correcta quién puede ser nuestro digno o digna representante.