Skip to main content

EL METRO
Por: Arturo Nahle García
Hace 43 años llegué a estudiar a la ciudad de México, habían transcurrido apenas 10 años de la matanza de Tlatelolco y 8 años del Mundial.
Debo confesar que los edificios, el tráfico, el ruido y el smog de la gran capital me causaron miedo, pero mis primeros viajes en el Metro fueron tan emocionantes como el día que por vez primera viajé en avión y conocí el mar.
En aquella época solo había tres líneas, la 1 de Observatorio a Zaragoza, la 2 de Taxqueña a Tacuba que luego se extendió hasta Cuatro Caminos, y la 3 de la Raza a Zapata que luego se extendió desde Universidad hasta Indios Verdes.
En la línea 1 era obligatorio descender en la estación Chapultepec a contemplar el viejo Castillo, imaginar a Juan Escutia lanzarse envuelto en la bandera, recorrer el maravilloso zoológico y obviamente el paseo de la Reforma. En Insurgentes había que bajar de nuevo para turistear como sibarita por la zona rosa, trasbordar en Balderas o Pino Suárez con el riesgo de ser aplastado por las apresuradas multitudes, pasar conteniendo la respiración por la Merced hasta llegar a Balbuena o al aeropuerto a ver aterrizar el Concorde.
En la línea 2 las estaciones Zócalo, Allende y Bellas Artes eran un auténtico tour para cualquier provinciano. La Catedral, Palacio Nacional, Bellas Artes y la torre Latinoamericana me hacían sentir todo un gentleman cosmopolita. En cambio Normal, Colegio Militar y Popotla eran mi destino obligado los viernes por la noche porque en esa zona vivían la mayoría de los riograndenses que estudiaban en el Politécnico.
Al pasar por la estación Viaducto era inevitable rememorar el fatal choque de trenes ocurrido en octubre de 1975.
Pero mi línea era la 3, diario me subía en Etiopía, me bajaba en Zapata y de ahí en combi hasta Ciudad Universitaria porque el Metro llegó a la UNAM cuando acabé la carrera. Esa misma línea me llevaba al cine en Plaza Universidad, a correr en los Viveros de Coyoacán, a litigar en los Juzgados de Niños Héroes o incluso a rezar en la Basílica de Guadalupe.
Hoy el Metro tiene 12 líneas con un total de 195 estaciones y 226 kilómetros que llegan hasta el Estado de México. Está dentro de los 12 sistemas de transporte más grandes del mundo (5 están en China) y mueve a 4.5 millones de pasajeros al día.
El accidente ocurrido el pasado 3 de mayo no ha frenado a los vagoneros y merolicos que amenizaban mis trayectos al lado de Omar Fayad, Ricardo Monreal o Juan Manuel Carreras (quien diría que íbamos a llegar tan lejos). Tampoco ha frenado la carrera de Marcelo quien construyó la línea 12 cuando trabajé en su equipo. Espero que lo que si se frenen sean la prácticas carroñeras de quienes pretenden sacar raja política de una dolora tragedia.