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LOS ESCÁNDALOS DEL PODER JUDICIAL

Por: Arturo Nahle García

Los escándalos políticos regularmente ocurren en los Poderes Ejecutivos y entre nuestros polémicos legisladores, muy rara vez se dan en el Poder Judicial.

Pues durante los últimos meses el Poder encargado de impartir justicia ha estado en el ojo del huracán, y es que el 11 de marzo se publicaron reformas Constitucionales para establecer la carrera judicial, limitar la discrecionalidad en los nombramientos, establecer las políticas que deben orientar al Consejo de la Judicatura para la adscripción y ratificación de jueces y magistrados, otorgar a la Escuela de Formación Judicial un papel fundamental en los concursos de oposición, fortalecer el rol de la Suprema Corte como Tribunal Constitucional y el del Instituto de Defensoría Pública.

Se crearon los Plenos Regionales en lugar de los Plenos de Circuito y los Tribunales Unitarios de Circuito se transformaron en Tribunales Colegiados de Apelación.

Gracias a la reforma las razones que justifican las sentencias del Pleno y las Salas de la Corte, constituyen precedentes obligatorios para todas las autoridades jurisdiccionales del país.

La reforma a la Carta Magna obligó a expedir una nueva Ley Orgánica del Poder Judicial Federal y adecuar otras leyes que establecieron, por ejemplo, que el Pleno revisará de oficio los decretos expedidos por el Presidente de la República durante la restricción o suspensión de derechos humanos; resolverá sobre la constitucionalidad de la materia de las consultas populares; y los procedimientos de declaratoria general de inconstitucionalidad.

También se estableció que se sancionará a quienes, valiéndose de su cargo, contraten a personas con las que tengan lazos de parentesco o afectivo.

Pues esta profunda reforma fue totalmente opacada por un absurdo artículo transitorio que pretendía prolongar dos años en la Presidencia de la Corte al Ministro Arturo Zaldívar. La pretensión era un verdadero despropósito que afortunadamente se vino abajo, sin embargo el raspón al Poder Judicial no se lo quita ni Dios Padre.

Por si fuera poco, las acusaciones de corrupción al Magistrado José Luis Vargas, Presidente del Tribunal Electoral, generaron que sus pares de plano lo destituyeran antes de concluir el periodo para el cual fue electo.

Estos inéditos escándalos fueron rematados, para variar, por el Presidente López Obrador quien afirmó que Jueces, Magistrados y Ministros están echados a perder, que no tienen interés en hacer justicia, que la Corte está dominada por intereses partidistas y de grupo.

Que pena que en México ninguna institución se salve del descrédito, del desprestigio, la deshonra, la descalificación y la ignominia.