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MÉXICO FEMINICIDA

Por: Isadora Santivañez Ríos

Para todos es sabido que México es uno de los países con más feminicidios en el mundo, las cifras pueden alcanzar los 10 asesinatos de mujeres a la semana a causa de este mal. Muchas son las razones por las que nuestra sociedad da muestra clara del impacto negativo que tiene la desvalorización de la mujer en el sector público y privado y la necesidad imperante de alcanzar una verdadera igualdad sustantiva.
Hace algunos días, conmocionó a toda la sociedad la desaparición de Debanhi Escobar, una joven de Nuevo León, que tras haber sido abandonada por sus amigas en una fiesta, buscó de varias formas llegar a casa, sin embargo, encontró el camino a una fosa en la que se marcó con sangre y un sin número de dudas su destino fatal.
Así como el caso de Debanhi, en nuestro Estado fuimos testigos del feminicidio de Cynthia, de Valeria, de Juanita y de mucha mujeres más, que independientemente de circunstancias y condiciones, el común denominador de la causa de sus muertes fue el simple y sencillo hecho de ser mujeres y de verse vulneradas por varones perversos que deseaban satisfacer necesidades carnales a costa de la integridad y la vida de ellas.
Aunque en el caso de Debanhi, aún no se define la verdadera causa de su muerte, muchas han sido las teorías de la misma y toda la sociedad atribuye su deceso a un feminicidio, debido a que la primera versión que da la fiscalía, resulta increíble y deja mucho que desear.
Sin embargo, algo que debemos destacar, independientemente de los motivos de su deceso, es el hecho de que una mujer que se encuentre sola, de manera inmediata adquiere una condición de vulnerabilidad, vale la pena hacerse la pregunta, si Debanhi hubiera sido hombre y se hubiera encontrado en la misma situación ¿habría tenido el mismo destino?
Este caso conmociona a todos por un sin número de motivos, dentro de los cuales destaca, la condición de vulnerabilidad de una joven solitaria, el abandono social y la falta de empatía y sororidad de sus iguales, la perversidad de quién busca aprovecharse de la condición y situación de una mujer (independientemente del físico, edad o sector social), la desesperación que viven los familiares de víctimas desaparecidas, la angustia de un padre y una madre de no tener respuestas ante una esperanza que cada día se va mermando, la falta de tacto de las autoridades, la engrosada burocracia que llena de trámites y papeleos momentos que pueden ser cruciales para la víctima, la falta de credibilidad de las instituciones de seguridad en todos los niveles de gobierno, la falta de coordinación entre autoridades, la creciente desesperación y rabia de la sociedad que se cansa cada día más, de este tipo de actos retrógradas y misóginos, entre muchos otros más.
Tan solo en nuestro Estado, las cifras revelan datos alarmantes, 622 niñas y mujeres se encuentran desaparecidas o no localizadas, registrando una tasa de incidencia de 0.70% por encima de la media nacional, lo que nos lleva a ocupar el lugar número 13 entre los Estados con mayor incidencia en feminicidios. De igual manera, nuestro Estado ocupa el lugar número 10 en mujeres víctimas de homicidios dolosos, lo que nos hace preguntarnos, ¿qué estamos haciendo como sociedad para llegar a estos alarmantes y vergonzosos números?
México es un país feminicida, en donde la impunidad y la falta de investigación profesional, seria y oportuna, resulta ser un aliciente para quienes comenten cualquier tipo de delito. Nuestra sociedad se encuentra mancillada y dañada, por lo que la normalización de la violencia y de los estereotipos de género nos ocasionan daños irreparables y lamentables.
La falta de solidaridad, de empatía y la cultura tradicional, machista y patriarcal genera que vivamos en un mundo de violencia, de desigualdades sociales y de falta de respeto a un género, que aún en estos días, es considerado inferior y vulnerable.
Es por eso que las mujeres pedimos justicia, marchamos en señal de protesta, salimos a las calles a clamar igualdad y solicitamos a las autoridades establecer en todos los ámbitos una perspectiva de género. Merecemos salir a las calles sin someternos a algún tipo de peligro, nos queremos vivas, libres y sin miedo.