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¿ABRAZOS, BALAZOS O NEGOCIAR?

Por: Arturo Nahle García

Pues la delincuencia no para, ahora ya no son solamente ejecuciones, secuestros y extorsiones, lamentablemente ya volvieron a algo que creíamos había quedado en el pasado: los retenes y asaltos carreteros en plena luz del día.
Hace diez años ese delito le causó un daño terrible al Estado, en los tramos Zacatecas-Aguascalientes, Zacatecas-San Luis, Zacatecas-Saltillo y Fresnillo-Durango, entre otros, bajaban de sus vehículos a familias completas para despojarlos de sus pertenencias dejándolas tiradas en pleno monte.
No fueron pocos los llamados tracto camiones “nodriza o madrinas” (esos que transportan vehículos nuevos), que fueron asaltados en nuestras carreteras. El colmo fue el asalto al tren en Cañitas el 23 de marzo del 2011, se robaron 30 camionetas nuevas con el airado reclamo de la industria automotriz.
Y que decir de los autobuses de pasajeros que venían de diversas ciudades de Texas, pasando Concepción del Oro los detenían sujetos armados despojándolos de sus dólares y pasaportes. Muchos paisanos tardaron en regresar a Zacatecas pero en caravanas para cuidarse entre ellos.
Fueron los años en que tuvieron que construirse las UNIRSE e incrementar la presencia de la extinta Policía Federal de Caminos.
Pues ante esta nueva oleada criminal el Obispo de Zacatecas propuso negociar con la delincuencia, ofrecerles reducir sus penas a cambio de que depongan las armas. Mi opinión, con todo respeto, es que con el diablo no se debe negociar porque el diablo a cambio de cualquier cosa siempre pedirá tu alma, a eso hay que agregar que el diablo no tiene palabra, es el diablo!
Por su parte López Obrador insiste en su rechazo a los balazos, el prefiere los abrazos, dice que él no le desea el mal a nadie, ni siquiera a los delincuentes; por si fuera poco minimizó la presencia de un retén en su reciente gira a Sinaloa. Obviamente el Presidente, a diferencia del Obispo, no se la acaba en las redes sociales, sus críticos han interpretado la declaración como un guiño a los cárteles.
Esta visto que la guerra de Calderón no fue la solución, la negociación que propone el Obispo tampoco y los abrazos del Presidente menos, ¿cuál es entonces la solución? La prevención y el combate de las causas, no hay otra, pero como eso dará resultados en muchos años, lo único que queda en este momento es la aplicación irrestricta de la ley, cárcel a quien delinca y punto.
*Presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Zacatecas