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Beatriz Pagés

CUATRO AÑOS Y NO LOGRA CALLAR A LOS “PERROS”

López Obrador siempre lo tuvo claro: su dictadura sólo podría tener éxito si lograba cortarle a la democracia cuatro patas. Tener bajo su control al Congreso, a la Corte, al Ejército y a los medios de comunicación.

Los tres primeros ya los tiene maniatados, pero le falta la prensa. En los noticieros de radio y televisión se siente cada vez más la mano represora del gobierno. Conductores, otrora críticos, navegan en las aguas tibias de la opinión difusa.

La Corte acaba de tomar una decisión que pone en las fauces de los chacales la posibilidad de perfeccionar la “ley mordaza.” Ahora tocará a la mayoría de Morena en el Congreso radicalizar la Ley de Telecomunicaciones para dar gusto a un presidente que odia a la prensa crítica.

Si los ministros aventaron carne cruda a las bestias es por algo. López Obrador y su banda de radicales culpan a los medios disidentes de su fracaso y tienen prisa de encontrar la forma de acabar y callar para siempre a las voces criticas.

En las alcantarillas de Palacio Nacional trabajan en la confección de un disfraz. Ponen a la censura ropajes de libertad para ocultar que la socavan. Dicen que quieren proteger los derechos de las audiencias cuando en realidad buscan coartar la libertad de expresión e información.

Si el régimen logra imponer una ley contra los medios, México entrará de lleno a una dictadura. Sin libertad de expresión no hay nada. No hay democracia y sin ella, tendemos un gendarme que aplastará el derecho a la vida, a la propiedad privada, a la libertad política, de pensamiento y asociación.

¿Por qué, justo en este momento, cuando AMLO llega a su cuarto año de mandato se abre la puerta a la censura?

Porque el señor tiene prisa de tener poderes ilimitados. Ha dedicado cuatro años de su gobierno a destruir todo lo que le estorba: instituciones, división de poderes, Estado de Derecho, pero le falta algo: la prensa.

Y con una prensa crítica dedicada a tirarle la máscara, que pone al descubierto al mentiroso y manipulador, no puede concretar su plan de escriturar el país a su nombre.

México lleva cuatro años gobernado por un régimen depredador que de manera constante y silenciosa ha venido carcomiendo los fundamentos de la democracia.

La 4 T necesita de la destrucción y persecución para existir. Por eso López se enoja y enfurece cuando la Corte intenta eliminar la prisión preventiva. ¿Qué sería de él y su gobierno sin métodos de represión, sin rejas a donde enviar a sus enemigos políticos?

La “mañaneras” son el acto político más importante del gobierno. Ahí se vomita y decide todo. Fueron creadas para golpear y contrarrestar a los medios de comunicación. Para intimidarlos y amenazarlos. Para crear un ambiente adverso a la libertad de expresión que propicia el asesinato de periodistas.

El mismo presidente lo ha reconocido. “¿Qué haría sin “las mañaneras”? Sin embargo, no han logrado callar el “ladrido de los perros”. Sugiere estar arrepentido de haberles quitado el bozal como lo hizo Francisco I Madero. Por eso necesita ansiosamente de una ley que amordace a los críticos y le permita imponer el triunfo de Morena en el 24.

Al presidencialismo gobernante le urge cerrar la pinza para terminar de asfixiar todo espacio de libertad e imponer a su sucesor. ¿Qué sigue? Un Estado policíaco, la desaparición del INE y matar a la prensa libre. Ahí está puesta la mirada de López Obrador