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PARIDAD EN TODO

Por: Isadora Santivañez Ríos

La participación de las mujeres en la vida política de nuestro país es
fundamental para lograr una verdadera representación ciudadana y es necesaria
para consolidar las bases de la democracia mexicana, ya que si consideramos que
más de la mitad de los habitantes en México, son mujeres y que la democracia es
garante de la representación de las diversas esferas, entonces, para lograr una
verdadera representación popular que apropie y defienda las causas sociales, es
innegable la necesidad y el reconocimiento de las mujeres en igualdad de
proporción a los integrantes de la sociedad. Es decir, un mínimo del 50% de la
población.
Es por ello que a lo largo de los años se ha buscado garantizar la instauración de
cuotas y segmentaciones, así como mecanismos de protección y defensa de los
derechos políticos y humanos de las mujeres, que garanticen la igualdad de
condiciones y de toma de decisiones, en los cargos de representación popular y
en las diversas áreas de la administración pública.
Así mismo, es imposible pensar en el desarrollo de un país, sin la inclusión de la
mitad de sus integrantes en la toma de decisiones, por lo que los principios de
paridad han llegado para quedarse y para formar parte de un conjunto de normas
que permitan garantizar la inclusión y participación real y activa de las mujeres en
la vida política de México.
El trabajo de las mujeres para lograr generar igualdad de condiciones ha sido
arduo y ha llevado un gran número de años, sin embargo, su constancia y
perseverancia ha permitido alcanzar grandes y notables éxitos, como la
armonización en la regulación en materia de paridad de género que obliga a los
partidos políticos a designar el 50% de sus candidatos pertenecientes al género
femenino y el otro 50% al género masculino. Refiriéndose a una participación y
representación equilibrada de mujeres y hombres en los puestos de poder y de
toma de decisiones, en todas las esferas de la vida política, económica y social.
Sin embargo, uno de los principales retos en la actualidad ha sido garantizar que
la participación de las mujeres dentro de la toma decisiones, no sea violentada,
que sea respetada y que sea real, ya que en la práctica, la paridad se traduce a
una mayor apertura de espacios de participación política de las mujeres a los
puestos de representación, sin embargo, estar dentro del puesto u ocupar algún
cargo, no siempre ha garantizado una verdadera posibilidad de toma de
decisiones, es decir el objetivo es que las mujeres no solo puedan acceder al
cargo, sino que también logren ejercer el poder.

El primer paso ha sido garantizar la igualdad de acceso de las mujeres y el
segundo y más importante ha sido permitir su plena participación en las
estructuras de poder y la toma de decisiones, aunado a esto, la capacitación
política de las mujeres, ha sido un equilibro que permite tener representantes más
competitivas, que puedan inspirar a otras mujeres.
Y como punto fundamental, para alcanzar una verdadera paridad, es necesario
generar las reglamentaciones necesarias, que eviten que las mujeres sufran
violencia política de género, que garanticen una vida libre de violencia y que
puedan tener las condiciones necesarias para desempeñar su trabajo sin ningún
obstáculo.
La paridad debe ser una realidad, y debe ser garantizada en todos y cada uno de
los ámbitos del ente público, porque sin paridad no hay democracia.