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Betty Rosas Murillo*

Alienación parental

La alienación parental consiste en las conductas llevadas a cabo por uno de los padres, de manera injustificada, que impiden las visitas y convivencias del otro progenitor con el hijo o hija, causando en el niño o niña un proceso de transformación de conciencia que puede ir desde el miedo hasta el rechazo hacia ese padre. Es importante destacar que el origen del rechazo mencionado se origina en conductas y actitudes por parte del progenitor “aceptado por el menor”. El progenitor alienador somete al menor a una marcada polarización, debilitando la relación padre-hijo o madre-hijo de forma injustificada. Esto se debe a que no hay una historia previa en las relaciones parentales que explique el distanciamiento y rechazo del menor hacia ese progenitor, y la causa principal son las conductas del padre alienador. A través de comentarios, acciones, actitudes, chantajes o manipulaciones hacia los hijos, se genera un sentimiento de rechazo hacia el otro padre, convirtiendo los asuntos conyugales en una batalla que involucra a los hijos y generando este síndrome. Algunas de estas conductas o actitudes incluyen menospreciar al otro progenitor, infundir mentiras, chantajes, manipulaciones, victimizarse, imponer dificultades en la relación, ofensas, violencia, involucrar a otros hijos en estas conductas, así como a su propio entorno familiar y amistades, humillar y chantajear económicamente.

Como consecuencia de estos comportamientos, el menor rechaza y critica de forma frívola y repetida al otro progenitor. Estas críticas resultan injustificadas, dramáticas o exageradas. Este síndrome no solo ocurre en los menores, también puede presentarse en los adultos, pero es más común en los menores. Asimismo, el menor habla del progenitor rechazado en términos despectivos sin manifestar sentimientos de culpa o vergüenza, debido a que el padre alienador ha causado un daño psicológico y violento hacia el otro progenitor. Es interesante observar cómo, con frecuencia, el discurso y el lenguaje que el menor utiliza se asemejan a los del progenitor alienador, con el que muestra afinidad y unión en cualquier situación. A menudo, este rechazo se extiende a la familia o entorno del mismo progenitor, incluyendo el rechazo a convivir con otros miembros de la familia e incluso entre los propios hermanos. De esta forma, el menor sufre un continuo abuso emocional que lo presiona a pensar, sentir y actuar según los deseos de su progenitor (el alienador). A esto se suma la negación injustificada del derecho a recibir el apoyo y afecto del otro progenitor y, por ende, de la otra mitad de su familia.

* Abogada y maestra de telesecundaria