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Beatriz Pagés

¡VAMOS POR LOS JÓVENES!

El Barómetro Mundial de Open Society Foundations 2023 indica que los jóvenes no tienen confianza en la democracia. Señala que para el 42% de la generación Z y Millenial las dictaduras militares son mejores formas de gobierno. Muestra que el 35% prefiere un régimen civil, pero autoritario.

Los jóvenes consideran que la democracia no les ha dado nada. No los ha puesto a salvo de la pobreza, de la inseguridad o la drogadicción. Tampoco ha resuelto la crisis climática, la falta de empleo o la corrupción. Es un tipo de régimen que no ha solucionado sus problemas, ni mejorado sus vidas.

Esa misma encuesta revela un dato preocupante para México: el 47% de los encuestados prefieren ser gobernados por un líder que prescinda de las elecciones y el parlamento. Sólo India, con un 53%, está arriba en esa preferencia.

La oposición mexicana necesita construir una narrativa que dé respuesta a la pérdida de fe en la democracia. Si hoy los jóvenes están en el cabús de las libertades, tienen que ser motivados a colocarse a la vanguardia. Es decisivo hacerles sentir que son los abanderados del cambio.

Deben serlo no sólo por tener una importante presencia en el listado nominal, no solo por representar de los 18 a los 29 años el 27% de la votación, sino porque el 2 de junio sólo vamos a poder escribir el futuro en dos páginas: democracia o dictadura. No hay más.

¿Por qué los jóvenes no votan? Seamos honestos, porque no se sienten representados. Nadie se ha hecho cargo de construir liderazgos juveniles. Es hora de comprenderlos. Ha llegado la hora de ponerse en sus zapatos. De hacerlos ganar un escaño, de subirlos a la tribuna para que defiendan su agenda social y política. Si en el 68 se movilizaron para expresar su repudio al sistema establecido, hoy protestan dejando las urnas vacías.

Los partidos y la política llevan décadas en manos de una egoísta gerontocracia, vieja no solo en edad, sino en ideas, en estilo, en visiones, cerrada a las nuevas generaciones. Mientras en Noruega el 13.6% por ciento de los legisladores tienen menos de 30 años -de acuerdo a la Unión Interparlamentaria- México, un país de jóvenes, los trata como políticamente discapacitados.

Los partidos de oposición pueden ser cabeza de una “revolución joven”. Si el último gran salto tuvo que ver con la paridad de género para que las mujeres tuvieran acceso a la misma cantidad de candidaturas que los hombres, hoy es decisivo llevar a los jóvenes al Congreso.

Es decisivo ponerlos a la cabeza de la campaña opositora. Si no como candidatos, sí como voceros. Que sean los propagandistas del cambio, que sean los que alerten sobre la destrucción que sufriría la nación de ganar Morena el 24.

Hace falta que alguien les hable a los jóvenes. Que los alerte sobre ese repudio que hoy sienten por los valores democráticos. Que alguien les haga saber lo que es la dictadura, el totalitarismo, vivir bajo la crueldad de un tirano fanático que cree ser dueño de la verdad absoluta.

Hoy todos tenemos la responsabilidad de advertir a los jóvenes sobre las implicaciones que tendría la muerte de la democracia. Candidatos, partidos, medios, maestros, padres de familia debemos explicar que la reelección de Morena significaría dejarle el país a los fanáticos, a los que siembran odio, acosan, persiguen y coartan libertades.

Si los jóvenes votan van a decidir el futuro del país. Es necesario hacerles saber que van a escribir la historia y que tienen en sus manos la antorcha del cambio. ¿Qué prefieren? ¿Qué la 4T les siga regalando balas? ¿Qué sus madres sigan buscando los cadáveres de sus hermanos bajo los escombros? ¿Seguir siendo parias en un régimen que ha institucionalizado la mediocridad y la pobreza?

¡Vamos por los jóvenes! para que el 2 de junio de 2024 sean los protagonistas de la “primavera mexicana”.