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Las reformas constitucionales a 8 meses de culminar el sexenio de AMLO
¿distractor o estrategia electoral?

Por: Claudia Anaya Mota

Esta semana, celebramos el CVII Aniversario de la Promulgación de la Constitución que nos rige hoy día, la de 1917 y esta conmemoración fue aprovechada por el Ejecutivo Federal para hacer un nuevo anuncio: enviará 20 reformas constitucionales a la Cámara de Diputados “para regresar a la Constitución vigente, su espíritu de justicia social que le quitaron los neoliberales porfiristas hace 36 años”.

Las reformas constitucionales son una práctica común al inicio de cada sexenio, especialmente en este siglo, porque representan una nueva organización no solo jurídica, sino también política de la nación, reflejan cambios en la organización y en el ejercicio del poder público, crean o fortalecen instituciones, reconocen o amplían derechos y en sí, significa la adopción de nuevos principios y valores sociales.

Los artículos constitucionales con más modificaciones han sido el artículo 73, que se refiere a las facultades del Congreso de la Unión, el artículo 123 que regulas las relaciones laborales, el 27 que norma el régimen de propiedad y el artículo 89, que se refiere a las facultades del Poder Ejecutivo. Para que se den una idea, tan solo estos cuatro artículos han cambiado 144 veces, lo que representa el 20% del total de veces que se ha reformado la Constitución.

Tiene mucho sentido que, derivado del fortalecimiento de la democracia y de la competencia electoral, las reformas constitucionales hayan sido impulsadas a inicios de cada administración presidencial, puesto que de esta manera, el Ejecutivo Federal cuenta con al menos 5 años para construir y poner en marcha las nuevas instituciones que también son la directriz de las políticas públicas que harán sentir al ciudadano, todos los cambios garantizados en la máxima ley.

Contrario a toda lógica, cuando resta menos de un año para terminar su sexenio, el Presidente ha enviado un paquete de reformas a la Constitución para abordar temas tan importantes como los cambios a la organización del Poder Judicial, la Ley Electoral, la reforma en materia de pensiones, el aumento anual al salario mínimo por encima de la inflación, la reducción de 67 a 65 años de edad para la gozar de la pensión de adultos mayores, la flexibilidad de los requisitos para la revocación de mandato para que en lugar del 40% de los ciudadanos, se considere el 30% de la lista nominal para que el resultado sea vinculante, entre otros temas no menos importantes.

Lo extraordinario no son los temas de las reformas, sino el momento en que lo hace, reitero, casi al culminar su sexenio, cuando restan 3 meses de periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión y sin haber realizado previamente, un cabildeo con todas las fuerzas políticas para asegurar que sus reformas, tengan un tránsito exitoso y sean ley vigente.

¿Cuál es el sentido de que el Presidente López Obrador presente un nuevo paquete reformas si sabe que no tendrá el tiempo para implemenarlas ni tampoco tiene garantía de que estas sean respaldadas por las tres cuartas partes de quienes integramos el Congreso de la Unión? ¿Se trata de un distractor ante los múltiples problemas que enfrentamos y que es evidente que la cuarta transformación quedó muy lejos de las expectativas que generó? ¿Es un último intento por culpar a la “derecha conservadora y neoliberal” de que el Presidente no lograra el éxito que prometió durante su campaña rumbo a la Presidencia en 2018? ¿Es una estrategia electoral para llamar al voto y “que siga la transformación de la vida pública del país” otros seis años con la candidata oficial del partido que hoy ostenta el poder?

Lo cierto es que, el último periodo ordinario de sesiones no lo usaremos para culminar la numerosa agenda en la que tenemos aun pendientes los numerosos nombramientos que comprometen el buen funcionamiento de los organismos autónomos, ni tampoco en aumentar la productividad legislativa que de por sí está ya comprometida debido a la constante cerrazón de MORENA por alcanzar acuerdos, sino que será una última etapa en la que no contamos con el tiempo debido para analizar, discutir y en su caso aprobar todo aquello que sea en beneficio de las y los mexicanos. Les aseguro que en la oposición, no vamos a legislar de rodillas.

*Senadora de la República.
*Secretaria de la Mesa Directiva del Senado de la República