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Beatriz Pagés

#NARCOPRESIDENTE: EPITAFIO DE UN GOBIERNO

No debe ser fácil para un presidente mesiánico, obsesionado con el poder absoluto, que cree haber pasado a la historia como salvador de la patria, leer en su celular: #NarcoPresidenteAMLO.

López Obrador tenía pensado- como todo tirano- escribir en la lápida de su tumba su propio epitafio. Le hubiera gustado que lo recordaran como “El presidente que cambió la historia”, como “El presidente del pueblo bueno”. Jamás imaginó que la intuición popular lo bautizaría como #NarcoPresidente.
La frase le quita el sueño. Sabe que ya caló en la conciencia nacional. Que no es un invento de sus adversarios, sino una evidencia que estaba agazapada y que alguien, simplemente, la activó en las redes.
El presidente ha dicho que no soltará el tema, que debe explicar que se trata de una manipulación, que sus enemigos han pagado mucho dinero para que los bots multipliquen hasta 170 millones de veces la acusación, la calumnia, la difamación.
Luego le pide al gobierno de Estados Unidos y al periodista Tim Golden que presenten las pruebas. Les exige demostrar que su campaña de 2006 fue financiada por el Cártel de Sinaloa. Insiste en ser honrado, insobornable, incomprable.
La respuesta se la dio el ex Canciller Jorge Castañeda. “No basta que el presidente diga que es honesto para creer que no recibió dinero del narcotráfico”. “Funcionarios de la embajada de Estados Unidos me dijeron que el crimen organizado había financiado el plantón de Reforma, que la investigación de la DEA no ha concluido, fue suspendida, fue interrumpida, no cerrada…”
AMLO cree que con dos mañaneras puede borrar para siempre un señalamiento que ya se convirtió en marca. Un mote que él mismo construyó a pulso. Que el mismo empezó a cincelar sobre su lápida política desde el principio del sexenio.

Primero, con el lema memorable “Abrazos, no balazos” que confirma por sí mismo la protección al crimen organizado. Luego, la visita “humanitaria” a la mama del Chapo, la liberación de Ovidio, la impunidad a criminales porque también son “pueblo”, la orden expresa a las Fuerzas Armadas de dejarse escupir, matar, humillar , todo, menos combatirlos.
La expansión y el empoderamiento de los cárteles de droga en el país es un hecho. El gobierno de la Transformación les ha permitido controlar importantes sectores de la economía, tomar carreteras, amenazar transportistas, les ha abierto la puerta de la política, ponen y asesinan candidatos, operan a favor de Morena en las elecciones y ¿por qué no? podrían patrocinar la próxima campaña presidencial.
El hashtag #NarcoPresidente ha pegado en el orgullo de un autócrata que se creía intocable. El costo no sólo lo está pagando él sino toda una nación. México es visto en el extranjero como el paraíso de los criminales. Un país donde la delincuencia y la autoridad duermen en la misma cama.
No se engañe, señor presidente. La estocada no se la dieron sus adversarios. Fue el mismo pueblo, ese pueblo que como usted mismo sostiene no es tonto, es sabio y se sabe traicionado. Un pueblo que- a ocho meses de que termine el sexenio - decidió escribir el epitafio de su gobierno.