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Beatriz Pagés

NARCOTRÁFICO Y SUCESIÓN PRESIDENCIAL

¿Están los cárteles tras la silla presidencial? El asesinato de candidatos y la participación creciente del crimen organizado en el proceso electoral hace pensar que los grupos criminales están ahora tras el control político.

Los grupos criminales se han encargado de mandar un mensaje muy claro: estas pueden ser las elecciones más sangrientas de la historia si no nos dejan imponer a los candidatos.

Durante los dos primeros meses del año han sido asesinados cuando menos 14 aspirantes a diputados o alcaldes de distintos partidos. El homicidio de dos precandidatos en menos de tres horas en Maravatío, Michoacán, es una señal de advertencia.

¿Qué están tratando de decir los cárteles? ¿Qué no quieren que haya elecciones o que tener comicios en paz dependerá de que las cosas se hagan como ellos quieren?

Lo más significativo es la inacción, silencio e indiferencia del gobierno. Pese a que la violencia política escala y puede poner en riesgo la celebración de elecciones libres y con ello la seguridad nacional del país, López Obrador calla. No hay una señal de alarma y menos la orden explícita de combatir a los criminales.

El fantasma de la complicidad toma cada vez más fuerza. El gobierno ha sido rebasado por el poder del crimen porque así lo ha permitido el presidente desde el primer día de su mandato. El hecho de que la sucesión presidencial se esté llevando a cabo, por primera vez, bajo fuego, no es casualidad. Responde a una estrategia.

La pregunta es: ¿ para beneficiar a quién? ¿Qué partido, qué candidata o candidato puede salir ganando con la intervención del crimen organizado?

Los cárteles han apuntado sus armas contra aspirantes a ser alcaldes. No sería extraño que fueran subiendo la mira. Que ya no solo les interese tener el control de municipios, sino de distritos, de senadores, diputados y con ello del Congreso.

López Obrador quiere “carro completo” para dar continuidad a su proyecto político. Tanto en la derrota como en la victoria necesita que su partido se quede con el control del Poder Legislativo. Si Morena gana la presidencia, las cámaras serán decisivas para aprobar sus reformas, pero si la pierde serán la vía para hacer la vida imposible al próximo gobierno.

Si en el 2021 los cárteles ayudaron a Morena a ganar gubernaturas, en el 2024 operarían para que gane la presidencia y el Congreso. El éxito de una “narco elección” pondría definitivamente las instituciones mexicanas bajo el control del crimen.

Si el reportaje del New York Times es cierto, esta sería la segunda vez que la delincuencia ayudaría a un candidato de Morena a sentarse en la silla presidencial. La diferencia es que actualmente hay un gobierno que lleva cinco años cediendo territorio y parece estar dispuesto a entregarles el país entero.

Dicho esto: ¿La delincuencia organizada estaría dispuesta a que Morena se quedara sin la presidencia y perder así el poder y los privilegios que han obtenido con el obradorato?

El tema no es casual, tiene que ver con una pregunta fundamental: ¿A quién quiere el narco en la presidencia?