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Psicóloga Maira Gallegos

HERIDA DE HUMILLACION

El conflicto entre los opuestos es la base de toda existencia.
Heráclito

En esta herida todo nace de un sentimiento de vergüenza, que es un modo de sentirse inadecuado y carente de valor. La vergüenza se origina de los secretos en el sistema familiar y se relaciona con experiencias colectivas donde la principal herencia es la humillación y la pena. Las disfuncionalidades en las familias conforman personalidades que hacen sentir a la persona inadecuada, poco digna o que algo está mal en ellos. Por ejemplo, el color de piel, la pobreza, las adicciones, los abusos, la homosexualidad, los suicidios, las peleas de los padres, deudas, etcétera.
Todo lo que no se expresa, lo innombrable, lo secreto y oculto de la realidad que se vive genera vergüenza. Esta hace sentirse poco digno y siempre va relacionada con el dolor, enojo y tristeza, atrapados en el cuerpo y la mente. Se queda atrapado en la psique y necesita buscar y encontrar una salida. De lo contrario, elabora conductas compulsivas que proporcionan un alivio y protección momentáneos. La vergüenza que se transmite se copia casi siempre de la madre.
Esta personalidad, por un lado, encubre algo y por el otro siente que es una mala persona por lo que oculta, lo que resulta en un sentimiento de ser indigno. Por lo regular son personas complacientes, que buscan resolver los problemas de los demás, generosas, buscan ser aceptados uy agradables a toda costa. En realidad, estas actitudes compulsivas de complacencia son para ocultar los sentimientos de falta de valía propia y la vergüenza de ser ellos mismos. Es un pago para ser aceptado por otros, por lo que ellos se rechazan. Su mente es una cazadora de problemas, no cuestionan las situaciones, sino que centran la atención de los otros, buscando resolver para ser aceptados. Esto genera una codependencia donde la persona es incapaz de mirar por sus propias necesidades. También desarrolla hábitos masoquistas encontrando formas de infligirse un dolor que proporciona cierto placer, es una actitud para hacerse pagar por ser una persona indigna. Los hábitos de autocastigo pueden ser como fumar, soportar relaciones de abuso, pagar cuentas de otros, comer como desesperados, tener relaciones sexuales dolorosas o ser el hazmerreír de la fiesta.
La relación con la madre suele ser de control, atadura y poca libertad, cargándola como una responsabilidad y alguien que condiciona su ser, a la cual debe complacer y cumplir sus expectativas.
En el aspecto emocional se responsabiliza de otras personas y vive mucho en la culpa. Hay una vergüenza de ser quien es y esto le genera deuda con los demás, lo que no le permite sentirse en paz si alguien presenta alguna necesidad. Vive constantemente con hábitos autorrestrictivos, suele tener vínculos con personas, a las que atrae de manera inconsciente, como forma de control. Odia el control, pero al final lo propicia por falta de límites, actitudes pasivas y una relación no resuelta con la madre, quien originalmente lo controlaba.
Las creencias detrás de estas actitudes son: no merezco, no tengo derecho a ser libre, a ser yo mismo, puedo ser valioso en lo que hago, pero no lo permito, mis necesidades no son importantes y /o no merezco ser respetado.
Muchas personas con esta herida relacionan la sexualidad con lo malo, lo sucio, el abuso, la vergüenza y la culpa por sentir placer y por ser acariciado.
Salir de este patrón de víctima puede hacer sentir que ya no se pertenece al sistema familiar, pero se pueden cambiar los modelos propios y de todos los que vienen detrás. Romper esas alianzas permiten construir una relación consigo mismo y mejor trato con los demás, establecidas desde el respeto y el valor. El objetivo es construir el afecto, la identidad y la pertenencia que faltó para el desarrollo de la autoestima.

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