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Psicóloga Maira Gallegos

Las emociones en la época de Navidad.

No te preocupes por las malas decisiones que has tomado durante el año… tus amigos se encargaran de convertirlas en grandes historias.
¡Felices Fiestas!
Diciembre es un mes donde la nostalgia surge por diferentes motivos; la época navideña, el final de un año que se asocia a la terminación de ciclos, la supuesta unión familiar que se acostumbra en las fechas, las emociones respecto a las situaciones y conflictos o dificultades familiares. En resumen, el organismo se somete a estrés en lo fisiológico, en lo psíquico y en lo emocional. Diciembre es época de reuniones de familia, de compañeros de trabajo, de amigos y, en general, encuentros sociales que implican gran significado.

Daniel Goleman, en su libro de La Inteligencia Emocional, menciona que las emociones se definen como “la agitación o perturbación de la mente; sentimiento, pasión, cualquier estado vehemente o agitado” según el Oxford English Dictionary.

Lo contrasta con su propia interpretación donde se refiere a los sentimientos y los pensamientos, los estados biológicos y psicológicos y el tipo de tendencias a la acción o conductas que lo caracterizan.

Como en los colores, existen emociones primarias: ira, tristeza, miedo, alegría, amor, aversión y vergüenza. Pero como en las gamas de los colores, también existen subtipos que son parte de una emoción primaria.

Por ejemplo, en la emoción primaria del miedo caben los sentimientos de ansiedad, aprehensión, temor, preocupación, consternación, inquietud, desasosiego, incertidumbre, nerviosismo, angustia, susto, terror y casos patológicos como fobia y pánico. Muchas veces esos sentimientos ni siquiera coinciden con la emoción primaria, pero eso es algo en que los investigadores siguen en desacuerdo.

La intención aquí no es categorizar las emociones, sino mencionar como tienen relación con la época de navidad y como las personas ante tales situaciones reaccionan de manera adaptativa con todo y las exigencias sociales.

Las reacciones siempre van a ser subjetivas a los ambientes e implican diferentes componentes como los sentimientos, el aspecto fisiológico y lo expresivo. Las emociones se generan por las percepciones de las experiencias previas. La lógica de la mente emocional es asociativa, lo que quiere decir, que considera a los elementos que simboliza (o activan un recuerdo) de una determinada realidad como si se tratará de la misma realidad.

Si en el pasado una navidad generó un conflicto familiar, esto no traerá buenos recuerdos, o si hubo una pérdida de un ser querido se asocia con el duelo que se vivió. Los similares, las metáforas y las imágenes hablan a la mente emocional. Buda y Jesús, por ejemplo, movilizaron corazones porque hablaban el lenguaje de parábolas, fabulas y leyendas: el leguaje de la emoción. Los símbolos y rituales no tienen sentido para la mente lógica y racional, pero si para la expresión del corazón y la emoción.

La ansiedad que puede generar la asociación de estas fechas está relacionada con experiencias previas. Esta ansiedad es la impotencia o las creencias de incapacidad para enfrentarse a situaciones amenazantes donde predomina la tensión física. Se perciben amenazas, que no necesariamente son reales, pero si son psicológicamente molestas. Los efectos se encaminan hacia la pelea o la huida con respecto al peligro.

Todo lo anterior puede predisponer a situaciones de depresión blanca, también llamada “Christmas blues” o trastorno afectivo estacional. En la primera influyen las percepciones respecto a la familia y a lo social, la genética, la inestabilidad económica, el no cumplimiento de metas en el año que termina, si se está pasando por un proceso de duelo de un ser querido, el estrés, el desgaste y la desmotivación.

El segundo tiene que ver con los tiempos navideños y por lo regular tiene una duración de cuatro o cinco meses alrededor del lapso de la temporada. Los elementos que influyen son los climas; entre menos exposición al sol menor segregación de vitamina D. Se presentan déficits fisiológicos en relación a los climas; menos contacto social, mayor aislamiento, menos actividad física, días más cortos, oscuros y fríos.

Ocurre mayormente en países donde hay nevadas y climas extremos fríos. Las personas con depresión mayormente tienen sensaciones de vacío, apatía, indiferencia, acompañados de pensamientos negativos, autocríticos y pérdida de sentido.

En realidad, este tipo de afectaciones puede presentarlo cualquiera sin importar sexo, edad, etnia, credo, estatus socioeconómico, aunque se da con mayor frecuencia en mujeres. El consumo de sustancias nocivas como el alcohol también influye.
No existe un valor simbólico universal de la época de la navidad; solo son significados personalizados a partir de tradiciones familiares y sociales. Se van actualizando constantemente con cada generación donde se asumen realidades subjetivas. Influyen también los ventos que ocurrieron en sus etapas tempranas.

Cada familia le da un significado. De hecho, los evangelios de San Marcos y San Mateo no refieren fecha exacta del nacimiento de Jesús. Algunos historiadores mencionan la posibilidad de situarlo en marzo. La tradición cristiana escoge el 24 y 25 para no coincidir con el cambio de estaciones y el 21 que es el solsticio de invierno, ya que son fiestas paganas.

Es importante estar atentos a las emociones propias y las de nuestros seres queridos; acudir con los profesionales de la salud mental cuando se siente alguno de los síntomas arriba mencionados.

Gestionar tus emociones y sentimientos te permite enfocarte en los elementos positivos de las fiestas y de la temporada de forma consciente y no engancharte en los negativos a nivel mental. Realizar actividades placenteras independientemente de las fechas, sea navidad o no, es una forma de auto cuidado, de demostrarse a sí mismos valor, aprecio y aceptación.

Siempre te hará bien hablar respecto a lo que sientes, ya sea con amigos o en quien confíes. Caminar y tomar baños de agua caliente ayudan a entrar en un estado de paz, relajación y bienestar.

Finalmente, se habla mucho de perdonar, lo que, en lo personal, no significa perdonar a los demás, sino voltear a ver cuáles fueron las emociones que más predominaron a lo largo del año al momento de relacionarse con los demás.

Realizar un trabajo de introspección que permita evaluar qué bien o qué mal se está haciendo a sí mismos al permitirse reaccionar de manera negativa. Buscar actividades que ayuden a liberar los resultados de experiencias no gestionadas y reconocer si hay algo malo para corregir las acciones. El perdón empieza por ti mismo. Si eres capaz de perdonarte tú, eres capaz de perdonar a otros.

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