Psicóloga Maira Gallegos
La soledad en navidad no es totalmente negativa.
La soledad tiene mucho que ver con cómo me hablo y cómo me cuento que estoy solo.
Marian Rojas Estapé.
La temporada de navidad es un periodo que aumenta la compañía con otras personas, pero para otros es un espejo que amplifica la soledad. Muchas personas se enfrentan al aislamiento por situaciones ajenas a ellos, ya sea por trabajo, por separaciones con la pareja, diferencias o peleas con la familia, pérdidas de seres queridos, entre otras. Todo ello lleva a tener la sensación de soledad y poca esperanza ante el futuro. Las redes sociales juegan también un papel importante en relación a las emociones. Es una herramienta que las personas han utilizado para proyectar una imagen, en la mayoría de los casos de felicidad, de una vida plena, realizada y perfecta. Específicamente en navidad, se puede reflejar unión y celebración. Al comparar la vida de cada persona con la vida de imagen que se proyecta en las redes sociales es fácil caer es este sentimiento de vacío y tristeza. Esto no significa que la tristeza no sea importante y que la vida de la persona que está pasando por esa situación no tenga un propósito. Incluso en medio de esa sensación de soledad se puede resignificar una nueva forma de vivir las navidades, las fechas del año viejo y el nuevo año. Hay que aprender a darle un nuevo significado desde el amor propio y la conexión con las emociones personales.
La Organización Mundial de la Salud advierte que vivir en soledad y el aislamiento social impacta en nuestro bienestar emocional pero también aumenta los riesgos de padecer enfermedades de tipo cardiovasculares, inmunológicas y degenerativas. Un estudio de la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales reporta que el 66% de las personas manifiesta sensación de soledad en navidad. Estos datos llevan a cuestionar la manera en que se abordan las emociones en épocas que parecen estar diseñadas para la alegría y conexión emocional. La percepción de soledad es totalmente subjetiva, pues se puede estar en una gran reunión, pero a la vez sentirse totalmente aislado o solo. Por lo tanto, las conexiones emocionales deben ser genuinas con quienes te rodean. Lo más importante es la calidad de las personas con las que estás, más que con la cantidad.
Desde la psicología se entiende que la soledad percibida activa respuestas en el cerebro similares al dolor físico afectando la capacidad para gestionar el estrés y las emociones de una manera saludable. Las expectativas sociales en la actualidad están cargadas y exageradas de mensajes culturales de que debemos estar unidos y felices, lo cual genera exacerbar la sensación de desconexión emocional en quien no cumple con ese ideal.
Desde la perspectiva biológica el aislamiento social eleva los niveles de cortisol y disminuye la liberación de endorfinas y dopamina, que son neurotransmisores claves en la sensación de felicidad y bienestar emocional. Es por esto que la soledad persistente o en tiempos prolongados puede llevar a trastornos como la depresión, la ansiedad, la calidad de sueño; repercute en la salud y se tiene mayor probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas.
Este periodo también puede ser un tiempo que obliga a enfrentarse a emociones que se evitaron durante todo el año. La reflexión personal despierta emociones de momentos felices que ya pasaron y parecen ahora inalcanzables, pero también de heridas emocionales no resueltas que generan nostalgia. Se idealiza el pasado y se genera una sensación de estar atrapado entre la nostalgia y el presente, lo que genera frustración, tristeza y a veces pérdida de propósito de vida.
Las expectativas sociales incitan a participar en reuniones sociales, decorar el hogar y los lugares de trabajo, comprar regalos para los demás, muchas veces en situaciones de crisis económicas además de las emocionales o familiares, lo que resulta abrumador. La publicidad y las redes sociales acentúan cada vez más la comparación y perfección inalcanzable, lo que resulta más estresante y aumenta la sensación de insatisfacción e insuficiencia.
La pérdida de un ser querido, el duelo por la pérdida se intensifica en fechas que se comparten con los demás. Resulta en vivir la tristeza en soledad sin compartir las emociones a otros. El alejamiento físico de familiares y amigos por razones migratorias o de trabajo o de salud intensifica la sensación de aislamiento en este periodo. Situaciones personales como las separaciones y los divorcios o la soltería también influyen en el aumento de esta sensación.
Cuando la soledad no se aborda de manera adecuada y oportuna puede dar lugar a efectos psicológicos y físicos reales importantes. Desde la psicología, en las anteriores situaciones suelen presentarse síntomas como tristeza persistente, ansiedad, irritabilidad, y una visión pesimista del futuro. A este conjunto de emociones se le conoce como “blues navideño” o “depresión blanca” y se caracteriza por el contraste entre el ambiente festivo externo y el estado emocional interno de la persona, lo que puede llevar a un ciclo de aislamiento aún mayor.
La falta de contacto social también se asocia con mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y con una disminución general de la esperanza de vida de las personas.
La soledad no debe tomarse a la ligera pero no siempre es negativa. Es una oportunidad para la reflexión y el crecimiento personal cuando se gestiona de manera adecuada y oportuna. Así que esto permite resignificar la experiencia de un espacio de soledad para el autodescubrimiento.
Estar en soledad también es una oportunidad para pensar y analizar cómo se están viviendo las emociones y generar mayor autoconocimiento para gestionarlas de manera saludable. Puede utilizarse también para recargar energía y reconectar con las propias necesidades emocionales. Esto ayuda a enfrentar las festividades de manera saludable y fortalecer la resiliencia emocional permitiendo tener relaciones más sólidas y armoniosas a futuro.
Afrontar la soledad en Navidad comienza con la aceptación de las emociones y la introspección, reconociendo como se siente sin juzgarse a sí mismo, identificando las causas de esos sentimientos. Hay que evitar compararse con las imágenes idealizadas de felicidad que se ven en redes sociales, pues cada persona tiene su propia historia. Establecer límites a sí mismo es saludable; no siempre se puede cumplir con todas las expectativas sociales. Es necesario priorizar las necesidades emocionales. Participar en actividades sociales como el voluntariado y dedicar tiempo para sí mismo ayuda a generar sensaciones de tranquilidad. Pasar por un periodo de soledad en estas fechas no define quién es la persona. En lugar de cumplir las expectativas de afuera hay que priorizar que se pueden abrazar las emociones, aceptarlas sin culpa y encontrar motivos para agradecer junto con los aprendizajes. La Navidad también es identificar y elegir como se quiere vivir, con altos y bajos.
Regálate la oportunidad de sembrar plenitud junto con tus compañías.
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