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EL INCONSCIENTE BIOLOGICO.

Psicóloga Maira Gallegos

Todo aquello que no se expresa se imprime en nuestra neurología.
Anónimo.
Lo que el yo no consigue incorporar es patógeno.
Carl. G. Jung.

El cuerpo, por medio de las enfermedades, también comunica. Detrás de los síntomas físicos y enfermedades existen emociones derivadas de acontecimientos estresantes, bloqueantes y traumatizantes que se presentan a lo largo de nuestra vida. Las emociones afectan el estado físico y provocan alteraciones en cómo se viven las situaciones a diario. Para algunas enfermedades se piensa que no se puede hacer nada. En algunas otras se toman medicamentos o remedios, incluso algunas técnicas como la relajación, imanes, reiki, etc.
Muchas veces se reprimen las emociones y sentimientos, ya sea por tabúes, por educación, por convivencia social, por creencias familiares, por educación religiosa y lo hacemos de forma inconsciente y automática. Unas horas después o días más tarde se presenta un malestar. Duele la cabeza, el estómago, la espalda. Se puede pensar que es debido a una mala postura, algo nos cayó mal en la comida o por el estrés. Buscamos la explicación mental que justifica el estado, pero no se ve más allá. Si la situación se repite una y otra vez entonces el síntoma se cronifica y se entra en un ciclo de emoción, dolor moral, físico y sufrimientos. Buscamos encontrar la salida lo más pronto para salir librados, pero no se hace lo fundamental que es cambiar los hábitos, pensamientos y sentimientos. El interior esta enviando un mensaje a través del síntoma físico. El inconsciente biológico seguirá enviando esas señales cada vez con mayor intensidad mientras el individuo trata de apagarlo o silenciarlo. Es necesario que este mensaje se interprete. Todo es información y todo tiene un sentido biológico.
Detrás de todo existe una inteligencia que está receptiva a cualquier estímulo que venga de afuera. La Epigenética es una ciencia nueva que estudia precisamente cómo el medio ambiente afecta a nuestros organismos y cómo éstos se adaptan en función del mensaje recibido. “Es la que explica cómo actúan los estilos de vida de los genes”. Hace no más de doce años se descubrió que el ADN esta recubierto de capas, una serie de proteínas que están alrededor, es decir, una invariante biológica: hay una información en el centro, que es como si estuviera dentro de un tubo, por lo tanto, el ADN se encuentra en una envoltura epigenética. Se puede deducir que el ADN se ha ido construyendo en función de los acontecimientos de nuestras vidas y que las proteínas que lo envuelven son hipersensibles a todo lo que sucede en el medio ambiente.
Entonces el inconsciente biológico, en función de lo que acontece en el ambiente, da soluciones con sentido biológico. El sentido es adaptarse o morir. Las emociones son las responsables de la activación de nuestros genes; son las señales que el inconsciente biológico interpreta. Existen solo dos emociones: amor y miedo. El amor tiene una frecuencia vibracional más alta y más rápida que la del miedo, que es más lenta y más baja. Las frecuencias de las emociones afectan a nuestra biología y en función de la intensidad o la duración llegan a producir cambios físicos verdaderos y significativos.
En la estructura del ADN existen 64 códigos posibles de combinación de los aminoácidos. Por lógica todos deberíamos tener activados esos códigos, pero en realidad solamente se tienen 20. Las emociones son el interruptor que apagan y encienden donde estos códigos se sitúan. Un individuo que vive con miedo tiene pocos códigos activados y el que vive en el amor está más despierto y receptivo a encontrar soluciones en su vida. Las emociones son cuánticas, no conocen tiempo ni espacio. Cuando se vive una situación de un gran desengaño, disgusto o choque emocional se produce una congelación neuronal que permanece de forma inalterable en nuestro inconsciente, quedando muchas veces latente. Cuando el acontecimiento se repite se activa nuevamente, aunque sea una manera más leve. Cuando se activa genera una respuesta en el ADN y éste en forma de adaptación da una respuesta a manera de un síntoma físico que nosotros llamamos enfermedad.
La enfermedad aparece cuando no somos conscientes de las emociones que empleamos. Entramos en una incoherencia emocional, por que lo que pensamos, decimos, sentimos y lo que hacemos no está acorde con lo que realmente queremos hacer, sentir, pensar y hacer. Nuestros pensamientos y sentimientos son unos y nuestras acciones son otras y esta incoherencia se muestra en el cuerpo en forma de malestar físico. No comprendemos o no queremos ser conscientes de que a los únicos que engañamos es a nosotros mismos.
Las emociones están determinadas por las creencias. Actuamos en función de lo que creemos que tenemos que hacer, lo moralmente y socialmente correcto. Esto solo es miedo: a no ser aceptados, a no ser amados, a perder el cariño, a no ser reconocidos y a un sinfín de matices de lo anterior.
En la enfermedad se debe preguntar donde no se está siendo coherente, buscar qué situaciones se han vivido de forma conflictiva que producen una sintomatología y qué emoción hay detrás de ello.
La física cuántica ha demostrado que lo que pensamos afecta a lo que nos rodea y por lo tanto a nuestra vida.
Todo síntoma y toda enfermedad tienen un sentido biológico, un para qué. Es una expresión del inconsciente biológico para dar solución a un problema de adaptación, según los descubrimientos del doctor Hamer. Se trata de buscar la coherencia entre el síntoma y el conflicto emocional de la persona. Cada ser humano tiene una forma visceral de vivir los acontecimientos traumáticos. Se le llama “portal biológico”, que es el cómo se vive a través del cuerpo el conflicto.
Por ejemplo, varias personas pueden experimental la pérdida de un empleo. Una persona la puede vivir digestivamente y siente que le han hecho una “grosería” y su síntoma es un problema de colon. Otra se sintió desvalorizada y lo vive como “si le hubieran clavado una puñalada trasera”, entonces crea un problema de omoplatos. Otra persona lo vive como “que no tiene para vivir” y que se puede morir por falta de alimento y su síntoma se desarrolla en el hígado cuyo conflicto es falta de alimento vital. Otra última lo vive como “que la vida le da vacaciones” y que tendrá otras oportunidades. Su síntoma va a ser hemorroides, que es un conflicto en solución de buscar otro lugar donde poner las posaderas.
Todo tiene un sentido biológico y la función es dar tiempo para poder adaptarnos a nuevas situaciones. Pero si permanecemos en el mismo paradigma y mismas creencias, el síntoma se vuelve crómico y solamente se trata la molestia y no el problema de raíz.
Los humanos heredamos programas de respuestas biológicas como todos los animales. En la biología se dice que los animales actúan por instinto. ¿Dónde se encuentra ese instinto? Lógicamente en los cerebros, mientras que los humanos lo experimentan de forma cualitativa. Para una persona un bocado puede ser el beso de la novia o el aumento del sueldo. Un bocado indigerible puede ser un divorcio, una pelea sobre una herencia, etc. y esto dispara centros neurálgicos del cerebro encargados de dar soluciones biológicas cargadas con un sentido biológico.