Maira Gallegos
EL NARCISISMO, CARENCIA Y ARROGANCIA
Hay quienes nunca se disculparán por lo que te hicieron, pero sí te culparán y juzgarán por la forma en que tú reaccionaste.
Anónimo.
El narcisista nunca contará la historia desde el momento que te hizo daño. Lo hará desde el momento en el que tú explotaste y así él quedará como la víctima.
Anónimo.
Los narcisistas se caracterizan por una necesidad constante de admiración, tienen un sentido de grandiosidad y de la propia importancia de sí mismos, exageración de logros, fantasías de éxito ilimitado y falta de empatía hacia los demás. A menudo sienten que tienen derecho a un trato especial y explotan a otros para sus propios fines. Reaccionan con rabia ante las críticas y su autoestima es frágil a pesar de su fachada de arrogante. Se preocupan constantemente por fantasías de poder, belleza, inteligencia y amor idealizado. Pueden sentir envidia de los demás o creer que los demás los envidian a ellos. En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales se incluye dentro de los trastornos de la personalidad.
En la mitología, los dioses eran inmortales (auténticos narcisistas) y se podía pensar que esa característica los convertía en arrogantes. Pero los seres humanos son mortales, por ello es fácil llegar a la conclusión de que necesita alguna relevancia. El paso del ser humano en la tierra es tan breve que parece obvio buscar alguna forma de trascender. Saberse mortal provoca incomodidad y anhelo de ser alguien o algo. La pregunta es ¿para qué o para quién?
El psicoanálisis menciona el narcisismo como una etapa de los estados evolutivos y relacionales del sujeto. Sin embargo, tendría que ser superada, como muchas otras. La relación de sí mismo depende de la relación con los otros y la de los otros influye en sí mismo. En la actualidad se busca sobresalir y competir a través de las redes sociales donde se distorsiona la realidad de los otros y se altera la propia. Se puede caer entonces en conductas sumamente individualistas que alimentan el narcisismo, el cual como etapa ya se había superado.
Desde las escuelas y los hogares se trata de inculcar valores humanos que favorecen el respeto y el reconocimiento del otro, la tolerancia ante lo diferente. Se habla de un bienestar colectivo, de solidaridad, etc. Todo ello es sin duda valores anti-narcisistas y pueden considerarse antídotos contra el auge del narcisismo en la sociedad actual.
Los psicoanalistas y psicoterapeutas han comprobado que no solo la educación favorece el desarrollo de valores a favor de lo humano y capacidades constructivas. Las vivencias son experiencias importantes en lo intrapsíquico y lo interpersonal. Si a un niño se le educa con principios éticos, bajo reglas de respeto y amor ¿puede llegar a ser un maltratador y narcisista? Y si así es ¿qué es lo que ha fallado? Cuando las familias son desestructuradas es fácil distinguirlo. Pero no siempre los fenómenos son claros.
Son muchos los factores que intervienen en la construcción del ser humano. Muchas familias atienden a los hijos adecuadamente y difunden los valores y principios morales. Afirmarían que los quieren, sin embargo, lo anterior no se puede percibir en lo que se observa, sino en lo que sucede. Winnicott hablaba del trauma que no tuvo lugar. Cuando se identifica el impacto de un golpe que da la vida (alguien, algo, objetivamente) es más fácil hacer frente a los efectos. Cuando no se sabe que es lo que faltó se produce la falla (estando presentes los progenitores no pueden satisfacer la necesidades afectivas y emocionales. El concepto viene de la geología). Una falla en la estructura mental que perdura para siempre. No se sabe que es lo que no dieron esos padres, así que es difícil pensar que algo faltó. Muchas veces lo que no hubo fue resonancia emocional y siendo así no hay legitimación de lo sentido y vivido por el niño. No se da la dimensión emocional; esta dimensión es necesaria para tratarse a sí mismo y a los otros con amor, amistad y respeto. Lo que no se tuvo es difícil de reivindicar, pero también es difícil acusar a un padre que no le dio poque ni él mismo lo tuvo. En este sentido no se puede reclamar lo que no existe.
Al momento de nacer alguien tiene que hacerse cargo del bebé. Este se relaciona con pocas personas, concretas, que garantizan que continue su existencia. Tiene que apegarse a una figura, vínculo afectivo que proporcione seguridad y confianza. La calidad del apego depende de las características del cuidador y de la idiosincrasia del sujeto cuidado. El narcisismo surge entonces cuando fracasa la confianza en el otro. El sujeto mismo va a ser ahora su cuidador y su jefe. No va a necesitar de nada ni nadie. Aunque esta fantasía de autosuficiencia denota una gran fragilidad y una inmensa carencia.
Una mentira del narcisista es que este no necesita de los demás, ya que existe una gran necesidad de ser admirados y reconocidos. Y según sea el grado de arrogancia necesita competir, compararse y degradar al otro. Armengol menciona que en el fondo el narcisista no se ama, sino al contrario, se odia. Lasch y Sennet mencionan que no hay tanto de admiración como de odio y no nombran el amor. Más bien tiene que ver con una cólera infantil, que resulta en una combinación de grandiosidad, vacío y falta de autenticidad.
En el sentido psicoanalítico, la relación con el niño y las figuras paternas permiten expresar la agresividad y capacidad para amar. Promueve la experiencia de que alguien “aguanta” lo que no toleramos de nosotros mismos y da significado a lo que no se puede comprender. El niño expresa agresividad y alguien la recibe, y sobrevive sin sentirse destruido. Esto les da sentido y significado a sus emociones y la labor es diaria. También expresa su amor y alguien lo recibe, así lo devuelve a la criatura. Amamos y odiamos según el potencial biológico, pero el contenido de las emociones depende de lo que nos otorgan de los significados, con las palabras, deseos, experiencias relacionales.
Puede parecer que el narcisismo surge de decir al infante “tú eres el mejor”, de fomentar su ego y arrogancia y esto es posible. Pero también es necesario pensar que aparece cuando nadie fue capaz de pensar en el sujeto en cuanto a ser necesitado, con amor y ternura. Los narcisistas buscan llegar a significar algo para alguien, ser relevantes, ser necesitados, sentirse merecedores de quien sabe que privilegios. El narcisismo se edifica sobre la base de la desconfianza (nadie me va a socorrer cuando lo necesite, por lo tanto, nadie merece ser socorrido por mi) e impide el reconocimiento de las necesidades del otro. Posiblemente vive en un estado permanente de venganza (simbólicamente contra los que lo amaron, por no aceptarlo tal como era). El miedo a ser una persona mal recibida, ser rechazado o no ser nada para el otro puede conducir al narcisismo como forma de defensa.
La vergüenza por la sensación de ser rechazados produce malestar. La vergüenza de reconocer que se necesita ser querido lleva al retraimiento y hasta la arrogancia. Así se da poco de sí mismo, pero igual se recibe poco del otro. La exigencia del narcisista es grande que no puede perdonarse a sí mismo no ser perfecto y no tolerar sus insuficiencias. Algunos no parecen arrogantes, pero luchan constantemente con ellos mismos; pueden reconciliarse y perdonarse atreviéndose a ser más ellos mismos, una forma más real y solidaria. La vergüenza se presenta como algo muy extremo que invalida el realizar acciones normales y corrientes. Se presenta el miedo al fracaso y a no dar el ancho. El narcisista no puede desarrollar la autoestima. Paradójicamente, no puede amarse a sí mismo y por lo tanto no puede amar a los demás. Tiene que ver con que tampoco fue “amado” por seres generosos y respetuosos con su persona. No pudo desarrollar el miedo a no ser querido, o a perder el amor de las personas valiosas. Cuando una persona teme, se da cuenta de que siente temor, y de alguna forma puede captar la necesidad de cuidar el amor y de cuidar a los suyos.
La realidad es que solo somos seres queridos para los que nos quieren. Nadie es imprescindible, todos podemos ser substituidos, aunque nadie es remplazable.
Psicóloga