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LEALTADES QUE SON INCONSCIENTES

Psicóloga Maira Gallegos

¿Me has demostrado que puedes oírme, considerarme y preocuparte por mí? Si tus acciones demuestran que sí, para mi es natural sentir y actuar con lealtad hacia ti, o sea considerarte a ti y a tus necesidades. Tú me obligas por medio de tu apertura. Aunque ante un extraño quizá parezcamos dos enemigos trabados en lucha solo nosotros podemos juzgar cuándo y de qué manera uno de nosotros pudo haber quebrado y traicionado nuestro vínculo de lealtad mutua. Nuestra lucha aparente puede ser nuestro modo de volver a saldar las cuentas de reciprocidad.
Ivan Boszormenyi-Nagy y Geraldine M. Spark.

La lealtad es uno de los valores que inspira confianza y genera relaciones duraderas. Se aplica en diversas esferas como la personal y la profesional, causas sociales, institucionales o de la patria. Es un actuar con respeto, defensa y cuidado acompañado de valores como la honestidad, fidelidad y gratitud. En las relaciones interpersonales se manifiesta en amistades, familias y relaciones de pareja, creando una mayor solidez en los vínculos, a veces saludables y satisfactorios. En grupos sociales como en el trabajo (aunque también en la familia) las personas muestran sentimientos de pertenencia que arraigan fuertemente al grupo, lo que contribuye a la identidad.
Una definición convencional se describe como una actitud confiable y positiva de los individuos hacia lo que ha dado en llamarse el “objeto” de la realidad. La lealdad multipersonal implica la existencia de expectativas estructuradas de grupo, en relación con las cuales todos los miembros adquieren un compromiso. El marco de referencia es el compromiso, mérito, confianza y acción. Para ser un miembro de un grupo se tienen que interiorizar el espíritu de sus expectativas y asumir una serie de actitudes pasibles de especificación para cumplir con los mandatos interiorizados.
Las tramas de las lealtades en las familias están conectadas con las alineaciones, escisiones, alianzas y formación de subgrupos. Wynne definió la alineación como “la percepción o experiencia de dos o mas personas unidas en un esfuerzo, interés, actitud o serie de valores comunes”. Estas alienaciones son significativas en las situaciones cambiantes de la familia, ya que algunas se basan en problemas de lealtad cargados de culpa al ser afectados por el balance de las obligaciones y méritos recíprocos.
La lealtad es un concepto clave que funciona como un determinante motivacional de los individuos en un nivel multipersonal del sí-mismo y el otro. Lealtad proviene del vocablo francés que significa “ley”. Su naturaleza real reside en la trama invisible de las expectativas grupales, más que en la ley manifiesta. Las bases invisibles de la lealtad se encuentran en la consanguinidad, como un mecanismo de preservación biológica y del linaje familiar (grupo). Por un lado, se encuentra la solidaridad en el parentesco, y por el otro el mérito adquirido entre los miembros de una familia. En este sentido hay una relación familiar de confianza que se fundamenta en los accesos a la red familiar y los probados merecimientos de sus integrantes.
La estructura de la lealtad esta compuesta por fibras invisibles pero resistentes que en realidad son conductas relacionales en las familias como en la sociedad en su conjunto. La función de estas fibras es mantener a la red unida. Lo anterior se deriva en los llamados vínculos de lealtad, que significan todas las acciones invertidas en el sistema por medio de la disponibilidad de sus miembros para originar apoyos a partir de una serie de cuentas invisibles de obligaciones. De ahí que en muchos casos los individuos de una red familiar no perciben esos vínculos, porque los tienen anclados desde el inconsciente.
Cuando se habla de un vínculo de lealtad es algo más que compromisos confiables de accesibilidad mutua entre varios individuos. Existe la deuda de lealtad compartida para con los principios y definiciones simbólicas del grupo. La base biológica de las lealtades familiares son vínculos de consanguinidad y matrimoniales. En un entramado de relatos, historias, mitos y leyendas cada miembro de una red profesa lealtad a esos componentes. En un ámbito más amplio existe la lealtad nacional, definida como una identidad cultural, un territorio común y una historia compartida. En todas las religiones sus integrantes participan de una determinada fe, normas y convicciones. La historia es el medio por el cual una sociedad lleva la cuenta de los acontecimientos pasados que sirven para reforzar una lealtad social o intragrupal.
En el caso de las familias el compromiso de lealtad es el motor que facilita el mantenimiento y la existencia del grupo. Las conductas conscientes y las cuestiones específicas sirven para comprender el sentido de los compromisos básicos de la lealtad en una red familiar, grupal o comunitaria. Se basa entonces, en el parentesco biológico y hereditario. Los parentescos políticos, por ejemplo, tienen menores efectos en cuanto a la lealtad que los lazos de consanguinidad. La coerción externa puede controlar la lealtad en muchos grupos sociales, pero no la determina. De manera diferente la lealtad familiar, hacia la escuela o lugar de trabajo (identificación voluntaria) puede verse reforzada por la gratitud o la culpa experimentadas en relación al desempeño meritorio no recompensado de los mayores o autoridades. Las familias tienen sus propias leyes en formas de expectativas no escritas.
La lealtad como actitud individual abarca, entonces, identificación con el grupo, auténtica relación objetal con otros miembros, confianza, confiablidad, responsabilidad, debido compromiso, fe y firme devoción. Las motivaciones humanas son en función de las necesidades, pulsiones, deseos, fantasías desarrolladas como expresión de deseos e instinto. Entonces, la comprensión de los compromisos de lealtad da la clave de la importancia de los determinantes sistémicos encubiertos de la motivación humana. En un sistema de lealtades el puente entre personas estrechamente relacionadas se construye más por acciones e intenciones que por el pensamiento y sentimientos.
En un sistema ya existen expectativas sobre los hijos o descendientes incluso antes de su nacimiento, lo que significa que nunca estará libre de la deuda existencial para con sus padres. En algunas familias se detecta a miembros víctimas de expectativas de lealtad desproporcionadas. Cuando un matrimonio se une, no solo se unen la novia y el novio, sino también dos sistemas familiares de méritos.
Algunos miembros de la familia se dejan sacrificar de modo “voluntario” con el fin de honrar las cadenas multigeneracionales de obligación y endeudamiento existencial. A estos se les llama “chivos expiatorios”. Los orígenes de los compromisos de una lealtad se inician a partir de algo que se le debe a un progenitor.
El adulto cuando imparte valores a su hijo se convierte en su acreedor en un diálogo de compromisos en el que el hijo se transforma en deudor, quien a su vez tendrá que saldar su deuda en el sistema intergeneracional, satisfaciendo expectativas y transmitiéndolas, con el tiempo, a sus descendientes.
La potencialidad o libertad para entablar nuevos vínculos (esponsales, matrimonio, paternidad) debe pesar contra las antiguas obligaciones o mandatos que empujen hacia una unión simbiótica y duradera. El establecimiento de nuevas relaciones, en especial a través del matrimonio y el nacimiento de los hijos. plantea la necesidad de forjar nuevos compromisos de lealtad.