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Cultura para inconformes…
David Eduardo Rivera Salinas

Apuntes breves sobre la libertad de expresión en la era digital

El pensamiento contemporáneo ha generado en las últimas décadas al menos dos convicciones muy marcadas en torno al ejercicio de la libertad de expresión y particularmente del periodismo.

La primera es sin duda, que Internet es la fuerza que más está transformando los medios de comunicación, mientras que la segunda, como consecuencia de aquella, consiste en que la red y las herramientas de comunicación e información que ha generado, como Facebook, Twitter o You Tube, están desplazando el poder desde los gobiernos o las autoridades hacia la sociedad civil y hacia otros actores emergentes, como los blogueros, los hackers, los observadores globales e incluso, los llamados periodistas ciudadanos.

Esto tiene de evidente tanto como que al mismo tiempo muchos gobiernos nacionales y locales están experimentando el mismo éxito que Internet a la hora de irrumpir en los medios de comunicación independientes, es decir, aquellos no oficiales –que son la mayoría por cierto- y tratar de condicionar la información que llega a la sociedad.

En teoría, se supone que las nuevas tecnologías provocan que a los gobiernos o a las autoridades le sean más difícil, y en última instancia hasta imposible, controlar el flujo de la información. Sin embargo, en no pocos países, las acciones de ellos pesan más que Internet a la hora de definir cómo y quién produce y consume la información, evidenciando que ha aparecido una especie de mordaza a los medios de comunicación en plena era digital.

Si alguna vez, algunos estudiosos del tema pensaron que con el nacimiento de Internet, se presagiaba la desaparición de la censura, tal vez equivocaron, pues hoy mismo muchos gobiernos en el mundo han aprendido a esquivar los efectos liberadores que tiene Internet.

Lamentablemente, ejemplos abundan sobre la censura de noticias críticas que gobiernos o autoridades implementan junto a medidas como la creación de sus propias empresas estatales de comunicación. China, Rusia, Irán y más recientemente, Turquía, Kenia o Venezuela diseñan sutilmente estrategias para contrarrestar las versiones de un periodismo crítico, y más aún, también para dañar a los propios periodistas; a esto último, se suman las acciones violentas de la delincuencia contra periodistas incómodos en muchas regiones del país y del mundo.

Otro ejemplo más reciente y novedoso es sin duda, lo que ha pasando durante los últimos meses y semanas en el gobierno norteamericano de Donald Trump, quien ha pasado de un episodio a otro de confrontación con los principales medios, algunos incluso, de amplia trayectoria a favor de la libertad de expresión.

De esta forma, la esperanza de que Internet impulsaría la generación de fuentes de información independientes y diversas, se ha hecho realidad sólo para una parte de la humanidad, la que vive quizá en democracias consolidadas.

Algunos investigadores que han dedicado sus esfuerzos a cartografiar algunos ejemplos de censura en el mundo, se sorprenden de encontrar ejemplos tan descarados a simple vista, pero se han sorprendido aún más al valorar la dimensión de la censura que no se ve, y que es difícil de detectar debido sobre todo a que algunos mecanismos de control sobre los medios se enmascaran bajo la apariencia de perturbaciones del mercado; otros más porque el uso de Internet y la censura siguen extendiéndose rápidamente y, finalmente, porque aunque Internet es un fenómeno global, la censura se percibe todavía como un problema nacional e incluso local.

Desde los años noventa, cuando el periodismo llegó a Internet, la censura lo siguió: los filtros informativos, los bloqueos de todo tipo y los ciberataques sustituyeron a las tijeras, el corrector líquido y la tinta negra. Algunos gobiernos prohíben incluso el acceso a ciertos sitios de Internet, dirigiendo a los usuarios hacia otros sitios aparentemente independientes, pero que en realidad, están bajo su control o en complicidad con ellos, lo que sucede también en otros medios, como la televisión, la radio y los periódicos en sus diversos formatos.

Existe pues, un largo historial de acoso oficial o privado, político, de otros medios conservadores o proclives al poder sobre el periodismo libre, crítico y opositor a las injusticias, de modo que hay muy poco que festejar alrededor de la Libertad de Expresión en nuestro país.

Sin embargo, nadie duda –aún lo más corruptos, por eso lo atacan-, del valor que tiene un periodismo libre, crítico, profesional, cercano a las personas y alejado del poder y los privilegios.

Por ello, es nuestra convicción fortalecerlo en el ejercicio diario de la crítica y de la acción pública.

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