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LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD, ¿AUN MAS DE LO MISMO, O CONSIDERAR TODAS LAS OPCIONES?
Saúl Monreal Ávila

Nuestro país es uno de los más violentos del mundo, y con toda seguridad, el más violento en américa, según prácticamente todos los organismos locales e internacionales que realizan mediciones sobre el tema, y en ese marco, en el Congreso de la Unión, se avaló en menos de 10 horas vía fast track, el dictamen que crea la Ley de Seguridad Interior, con el voto mayoritario del PRI, Verde y Panal, poniendo al país en ruta directa a una dictadura militar, mientras que se critica ferozmente la declaración de Andrés Manuel López Obrador que plantea analizar todas las opciones posibles en ese tema, incluido el tema de la amnistía.
Debemos como ciudadanos considerar seriamente y con responsabilidad el tema, según datos del Uppsala Conflict Data Program (UCDP), estudio realizado por el Departamento de Investigación sobre Paz y Conflicto de la Universidad de Uppsala, en Suecia, México suma 17,964 desde 1989 considerando la suma del aumento de muertes registrado una década después de la declaratoria de guerra contra los grupos delictivos. Solamente en estos 10 años, las muertes ascienden a 17,489 por el conflicto armado entre organizaciones criminales, grupos de autodefensa y el gobierno mexicano; la cifra asciende a 18,675 personas muertas, si se consideran a los muertos por Violencia unilateral y Conflicto del estado. Según esos datos, registrados por la universidad, México es el país más violento del continente americano.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), Calderón sumó durante su mandato un total de 120 mil 935 homicidios dolosos. Por su parte, Peña Nieto acumula 114 mil 061 asesinatos en lo que va de su administración hasta octubre pasado. Es decir, los sexenios de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto suman 234 mil 996 homicidios dolosos hasta octubre de 2017, el mes más violento del año más violento del que se tenga registro, y con la salvedad que con casi un año de gobierno todavía por cumplir, el sexenio de Peña Nieto lleva ya el 94.31% del total de homicidios registrados durante todo el sexenio calderonista, con lo cual, el Priista Peña Nieto está a tan sólo 6 mil 874 de alcanzar el récord de homicidios impuesto por el panista Calderón, quien declaró la "guerra contra el narcotráfico" en 2006. A punto de ganar Peña la macabra competencia.
Estas cifras colocan a México como el noveno puesto de países con mayor conflicto bélico, sólo superado por países como, Siria (que registra el mayor número de muertes por conflictos armados, con 280,466 decesos), Afganistán, Iraq, Nigeria, Paquistán, Sri Lanka, Sudán y Somalia. Y a pesar de esta guerra declarada por Calderón, y a la que sin mayor cambio dio continuidad Peña, los grupos de delincuencia relacionada con el narcotráfico crecieron más de 900% y un aumento de 2000% en la tasa de civiles muertos en enfrentamientos entre autoridades y presuntos delincuentes  solo durante el Panismo, según datos de cinco estudios realizados por investigadores del Centro de Investigación y Desarrollo Económicos (CIDE), cifra que se ha consolidado e incrementado durante la administración Peñista.
Es decir, si algo no está funcionando, es de sentido común cambiar, por lo que a la luz de una lógica simple, no podremos entender la respuesta absurda de actores políticos e instituciones ante el no menos simple planteamiento de Andrés Manuel López Obrador de revisar todas las opciones posibles para enfrentar de una manera nueva y más eficaz el problema de violencia e inseguridad en el país, tal pareciera que hay otros intereses involucrados en que las cosas se sigan manteniendo de la misma manera, y todavía más, otorgando más facultades al ejército y fuerzas armadas para que actué en las calles con todas las previsibles consecuencias que se han venido señalando.
En este sentido, organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), además del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se pronunciaron contra el dictamen de la Ley de Seguridad Interior, aprobado en la Cámara de Diputados, incluso solicitando al Senado de México no aprobar la legislación propuesta sobre seguridad interior al considerar que consagraría la función de las fuerzas armadas en la aplicación de la ley en momentos en que se requeriría una fuerza de policía más fuerte, todo ello, además de organizaciones civiles, partidos y actores políticos y sociales que se han manifestado en el mismo sentido. El país no necesita una cuestionable militarización, sino policías adecuadas y capacitadas para combatir la violencia y la operación de las empresas del crimen, que hasta el momento, están en un verdadero auge.
Por eso, creemos que al contrario de lo que ha venido diciéndose contra Andrés Manuel López Obrador, vemos que él es la única voz a en el escenario político y social con una propuesta razonable, el otorgar más facultades a fuerzas castrenses para que se encarguen de la seguridad pública es contra natura de un estado de derecho, nos alarma que en contra de todas las voces, la opinión pública y el mismo sentido común, se avale la ola de abusos y violaciones de derechos humanos por el ejército que previsiblemente se presentaran, en logar de presentar una estrategia realista y sin posibles implicaciones de intereses tras bambalinas en esta decisión, entre otras cosas, fortaleciendo los cuerpos de policías, la utilización de estrategias de inteligencia y del mismo CISEN, de quien se señala insistentemente es más utilizado para labores de espionaje a la oposición del régimen, que para la seguridad del país.
Por ello creemos que el único planteamiento razonable y con sentido común es el vertido por AMLO, es necesario cambiar la estrategia, como será también cambiado el régimen. Si se toma esto con seriedad y verdadero sentido social, todas las estrategias posibles deben ser tomadas en cuenta y estudiadas, si realmente queremos que el país se tranquilice y se establezca un verdadero estado de derecho en el que podamos todos trabajar y progresar sin temor, es una locura el actuar del gobierno al seguir porfiando una y otra vez en lo mismo. Alguna vez dijo Albert Einstein, “Locura es hacer lo mismo una vez tras otra, y esperar resultados diferentes”.

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